En Tijuana, “en donde empieza la patria”, hay tres artistas que pintan sus obras a seis manos, nadie sabe distinguir quién de ellos hizo tal o cual parte de la obra. Son los trillizos Luis, Leonel y Lorenzo Torres Pacheco, quienes desde pequeños decidieron compartir el mismo lienzo.
“Desde el vientre de nuestra madre hacíamos pinturas rupestres”, dice Lorenzo tras lanzar una carcajada.
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Recientemente expusieron 23 cuadros en una muestra titulada Fábulas y, al igual que sus hermanos, Lorenzo asegura que entre ellos se da una conexión singular pues se sienten muy cómodos, muy orgánicos al momento de pintar.
Su caso es único en el mundo, debido a que no hay otros trillizos con el mismo gusto por la pintura, dedicados a crear obras de la manera en que ellos lo hacen desde que eran niños.
Fábulas, una exposición “colectiva e individual” en la galería Pop Art (en la zona Centro de Tijuana) del promotor cultural Pedro Ochoa Palacios, refrenda la calidad y la particularidad de estos hermanos, quienes, desde niños, acostumbran compartir lienzos, cuadernos, colores.
Leonel trae a la memoria que de vez en cuando se echaban sus rounds, aunque “al final terminábamos dialogando, queríamos siempre una competencia constructiva y no destructiva, porque normalmente el mundo siempre es de enfrentamientos, y lo que queríamos era hacer un equipo para crecer artísticamente”.
Como artistas, dicen, siempre se han guiado por su corazón. Por eso eligieron hacer lo que les llenaba el alma y con lo que se sentían completos como seres humanos, ese fue el camino que los llevó a convertirse en pintores.
Lorenzo añade que es una experiencia satisfactoria, un trabajo que conlleva la producción, el aprendizaje y el disfrute por lo que hacen.
“En el proceso creativo y de producción nos sentimos como una persona dividida en nuestros cuerpos, nos ponemos de acuerdo de manera muy orgánica debido a que tenemos una mente colectiva, única, de donde salen todas las ideas. Aprovechando que somos tres el proceso se triplica y avanzamos tres veces más rápido”, añade.
Los trillizos expresan que parece increíble que pinten al mismo tiempo, la razón está en que los tres tuvieron la formación necesaria de grandes maestros, para desarrollar su talento y sus técnicas de pintura.
Afirman que el arte les ha dado satisfacciones, premios y reconocimientos, hasta han tenido la posibilidad de cruzar “el charquito”, como ellos dicen, para ir a Italia y a Holanda, donde aprovecharon su estancia para aprender de las obras de grandes maestros de la historia del arte.
Definen su pintura como hiperrealista, pero también como surrealista.
“Nos vimos interesados en desarrollar esos estilos, cuando notamos que teníamos una habilidad con el realismo empezamos a explorarlo, como éramos tres, aprovechamos cada rinconcito de ese estilo”, subraya Leonel.
Una de sus inquietudes ha sido trabajar con las manos que les quedan perfectas, y entonces a partir de ahí les surgió la inquietud de generar una serie de cuadros con esa extremidad de cuerpo humano, explica Luis que son como pequeñas fábulas, cuentos surrealistas y metafóricos que al final implican una moraleja.
La intención es que cuando las personas vean sus obras, generen puentes con sus fábulas, así como cuando leen un libro, se imaginen un escenario pero de una manera inversa. Para lograr su propósito trabajan con la influencia literaria del italiano Gianni Rodari, centrada en sus textos humorísticos, razón por la cual su exposición se llamó Fábulas.
“Nos gusta pintar colores vivos y brillantes porque lo que plasmas en tu obra lo va a recibir el espectador; al momento de pintar lo hacemos para que el público sienta lo que nosotros producimos. Si nosotros vivimos en un mundo repletos de noticias malas y de política no queremos repetir eso en las obras de arte, nuestro deseo es mostrar a la gente que en el arte también puede haber cosas bellas como una manera de alimentar el alma con energías positivas”, detalla Leonel.
La galería Pop Art donde se expone Fábulas de los Trillizos Torres Pacheco, está en el edificio Brik 10, en la avenida Juan Sarabia 8365, en la zona centro de Tijuana.
AQ