La construcción de un “infranqueable, grande y hermoso” muro fronterizo para evitar que bad hombres entraran a Estados Unidos, el cual sería pagado por México, queda hoy como una promesa rota de Donald Trump.
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En los 3 mil 207 kilómetros de frontera compartida entre México y Estados Unidos existen actualmente más de mil 700 kilómetros con algún tipo de barrera hecha por el hombre. De estos, cerca de mil kilómetros fueron construidos en otras administraciones, principalmente en la de George W. Bush, aunque su primer antecedente data, en realidad, de la presidencia de su padre, George H.W. Bush, en 1992.
Sin embargo, durante la presidencia de Trump solo se construyeron 727 kilómetros de nuevas barreras fronterizas, es decir, apenas 22.6 por ciento del total del supuesto muro que el republicano había prometido en campaña, ni siquiera un cuarto de su proyecto original, según datos oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por su sigla en inglés).
Lo que también se quedó solo en el discurso del republicano fue su promesa de que México financiaría la construcción.
Durante su mandato, Trump solicitó al Congreso estadunidense por lo menos 5 mil millones de dólares para el muro, monto que en realidad salió de los impuestos de sus gobernados.
Una revisión hecha por MILENIO a datos del CBP sobre el estado de la barrera que divide a México y EU revela que en lo más de 3 mil kilómetros de frontera hay distintos tipos de estructuras.
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Algunos segmentos, por ejemplo, están construidos con paneles de acero especial, otros son tubos metálicos de poco más de nueve metros de altura fijados a profundidad, y otros, sobre todo en las zonas más despobladas, apenas son mallas de alambre superpuestas.
El muro comienza en las playas que dividen Tijuana y San Diego, con una valla de acero que se adentra hasta algunos metros en el mar y que está especialmente diseñada para resistir la sal del agua oceánica, y termina en la separación de Matamoros y Brownsville, pero en el centro de la división de ambos países, es decir la zona que abarca a los estados de Chihuahua y Coahuila, existe un gran boquete donde no se ha construido un muro que nos divida.
De hecho, gran parte del esfuerzo de la administración de Trump para cumplir con su promesa de campaña se enfocó, en gran medida, en reforzar o terminar de construir en los tramos que las otras administraciones habían levantado.
No es raro que en ciertas zonas, sobre todo en donde hay una mayor mancha urbana de ambos lados, la protección fronteriza incluya varias franjas paralelas entre vallas metálicas y porciones de paneles de acero.
Muchos activistas han denunciado que la construcción de una barrera física alrededor de toda la frontera entre ambos países, puede tener grandes costos en materia ecológica, pues muchas especies que habitan la zona se verán gravemente afectadas.
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La carrera de Trump por el muro empezó en junio de 2015, durante el discurso de anuncio de su candidatura presidencial por el Partido Republicano.
Pero después, ante la magnitud de la hazaña que representa construir tantos kilómetros de barreras físicas en apenas cuatro años, Trump reculó su promesa original y cambió la intención de construir en la totalidad de los más de 3 mil kilómetros de frontera a tan solo en mil 600 kilómetros.
Sobre el costo de la construcción no hay números claros; se estima, de acuerdo con una investigación del periódico The Washington Post en 2019, que una obra en las condiciones planteadas por el republicano puede costar cerca de 25 mil millones de dólares.
Sin embargo, durante los cuatro años de su administración, Trump peleó con el liderazgo demócrata en el Congreso un presupuesto que rondaba los 5.7 mil millones de dólares totales para lograr su objetivo. Nunca le fueron entregados en su totalidad.
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Al final, lo mucho o poco que se invirtió salió del presupuesto estadunidense y no del mexicano, como había prometido.
LA EMPECINADA CONSTRUCCIÓN
“CUANDO VEAN LO QUE HACE Y LO IMPORTANTE QUE ES, NADIE LO VA A TOCAR”
La carrera de Trump por el muro inició en 2015 con “construiré un gran muro, y nadie construye muros mejor que yo, créanme, y lo construiré a muy bajo costo. Construiré un gran, gran muro, en nuestra frontera sur y haré que México pague ese muro. Recuerden mis palabras”.
Luego, durante los debates contra Hillary Clinton, sostuvo que su país debía tener “fronteras fuertes, tenemos que mantener las drogas fuera de nuestro territorio (...) quiero construir el muro, necesitamos el muro y la patrulla fronteriza, el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, por su sigla en inglés), todos quieren el muro, sellamos la frontera”.
Finalmente, en su visita al muro el pasado 12 de enero, como una de sus últimas acciones presidenciales, Trump aseguró orgulloso: “No podemos dejar que la próxima administración ni siquiera piense en eliminarlo (...) No creo que eso suceda. Creo que cuando vean lo que hace y lo importante que es para nuestro país, nadie lo va a tocar”.
Frente al tramo de muro que divide a Reynosa y McAllen, sentenció: “A diferencia de los que vinieron antes que yo, cumplí mis promesas. Y hoy celebramos un hito extraordinario: la finalización de las prometidas 450 millas (700 km) de muro fronterizo. Nadie se da cuenta de lo grande que es”.