Después de casi un año en aislamiento debido a la pandemia, algunas personas simplemente quieren agarrar un mazo y destrozarlo todo.
“Se sintió tan bien”, dijo Josh Elohim, bañado en sudor después de reducir a añicos una impresora y otros objetos. Él y su esposa Michelle han permanecido aislados en casa desde el invierno pasado junto a sus cuatro hijos, de entre 4 y 17 años.
Necesitaban un escape, así que fueron a la oficina de la terapeuta matrimonial y familiar Yashica Budde, quien les dio guantes de uso rudo, equipo protector y caretas.
La terapeuta les permitió elegir sus “dispositivos destructores” y los llevó a una de sus “salas de ira”, que están recubiertas con letreros motivaciones como “¿Para qué estresarse cuando se puede destruir?" y “Nunca te rindas”.
Este centro terapéutico se encuentra en un lujoso parque comercial en Westlake Village, una localidad de clase alta en un extremo de Los Ángeles. Las tarifas van de los 50 a los 100 dólares (a veces un poco más si alguien quiere destruir algo costoso como una computadora) y los clientes pueden tomar un mazo, un palo de golf, una barra o bate de béisbol y comenzar a romperlo todo.
Antes de la covid-19, las salas de ira en las que se paga por destruir objetos eran una curiosidad, un lugar a donde ir con los amigos o a relajarse después de romper con tu pareja. Pero Yashica Budde, terapeuta con licencia desde hace 13 años, cree que sus salas son muy valiosas durante la pandemia.
“Como terapeuta, sé que le he recomendado a muchas personas terapias alternativas como yoga, terapias de vapor, meditación y esas cosas, y pensé que sería increíble ver una sala de ira”, comentó.
Espera que el concepto eventualmente sea aceptado por la comunidad de terapeutas en general y añadió que algunos de sus colegas ya han remitido a algunos de sus pacientes a sus salas de nombre Smash RX.
Lo que comenzó a finales de 2019 como un simple método para aliviar la tensión de los problemas de la vida diaria realmente prosperó una vez que prácticamente todo comenzó a cerrar en marzo pasado.
Sin embargo, no todos los terapeutas creen que la terapia de destrucción sea el tratamiento del futuro.
“No conozco a ningún terapeuta que recomiende acudir a una sala de ira de manera terapéutica. Si para empezar se tienen algunas tendencias agresivas, ir a una sala de ira podría parecer contraproducente", dijo
Kevin Bennett, psicólogo y profesor de psicología en la Universidad Estatal de Pensilvania. Comparó el método con alentar a un adicto al juego a seguir apostando.
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“Entiendo el enfoque terapéutico”, continuó. “El concepto en que se basa se remonta a la psicoterapia freudiana de hace casi 100 años, esta idea de catarsis, en la que liberas tus agresiones y tu enojo y te sientes mejor después de hacerlo”, dijo el especialista.
El problema, comentó, es que estudios más recientes a partir de la década de 1960 revelaron que en algunas personas los condiciona a reaccionar de manera violenta más adelante porque se les enseñó que era una liberación válida.
Así que aunque algunos defensores de Freud podrían apoyar este concepto, dijo, él y la mayoría de sus colegas creen que lo mejor es utilizar las salas de la ira sólo como un entretenimiento.
evr