A diferencia de la suciedad que muestra la presa La Boca en algunas de sus caras, el Parque Natural La Estanzuela luce impecable para recibir en estas vacaciones a los paseantes regios o de otras partes del país.
El único inconveniente que se le pudiera poner al paraje turístico es que los arroyos están casi secos, con solo algunos pocitos con algo del atractivo principal de los vacacionistas: el agua.
De acuerdo con una de las personas que labora en el parque, en días concurridos reciben hasta dos mil personas, las cuales tienen que seguir de manera obligatoria los reglamentos del lugar.
El primero de ellos: no hacer fogatas, además de que no se pueden introducir alimentos, ni bebidas alcohólicas ni realizar fiestas.
En lo referente a la comida, en especial esta medida es para evitar que se presente algún contacto inesperado con algún animal de la zona montañosa como osos o pumas.
“El costo de la entrada es de 40 pesos y tenemos hasta dos mil paseantes diarios”, explicó el empleado del lugar.
Rodeado de encinos en plenitud, de vegetación abundante, y de lugares hechos por la mano del hombre, este parque se vuelve opción básica para aquellos que no saldrán del estado y que desean salir al menos de la rutina.
En la entrada del parque existe un área grande techada con mesas.
Al ingresar al parque existe un corredor por el bosque para que la gente realice su caminata.
Es un lugar en el que también se puede hacer deporte, pero lo principal es el contacto con la naturaleza para alejarse de los problemas cotidianos que se viven en la ciudad, como el tráfico vehicular, la contaminación, el ruido, entre otros.
Con el agua a los tobillos
Otra de las opciones que ofrece la naturaleza del estado para este periodo vacacional es el paraje conocido como La Chueca, en Santiago, aunque tras el recorrido realizado por este medio, se observó que en la mayoría del charco, el agua si acaso llega a cubrir los tobillos.
Aún así, varias personas desde estos días disfrutan pasar su tarde en este sitio, que cuenta con 14 bancas de cementos, con sus respectivos asadores.
Además de un espacio para los pequeños con su columpio, pasamanos, sube y baja, y el infaltable resbaladero.
Un punto a destacar en La Chueca, además de su histórico pan de elote previo a la entrada y el restaurante de mariscos al final del terreno pavimentado, es la gran cantidad de botes de basura que existen en la zona.
Por ello este paraje también se ubicó del lado de las áreas limpias, mismas que se espera se mantengan de ese modo tras la llegada de los paseantes en los próximos días de vacaciones.
En otros años era común ver a los paseantes preparar carnes asadas , pero ahora no se permite.
Antes de llegar a La Chueca, los negocios en el corredor de los Cavazos serán, sin duda, otro de los paseos más socorridos por los que se quedaron en casa.