Por confinamiento, joven lee cuentos a los niños desde sus ventanas en Tlatelolco

Percibald García, de 27 años, desarrolló un proyecto llamado 'De la casa a la plaza: narraciones para Tlatelolco', para mantener entretenidos a los pequeños en esta época de pandemia.

El proyecto está enfocado en que los pequeños se liberen un rato del tedio del encierro (Facebook: De la casa a la plaza: Narraciones para Tlatelolco)
AFP
Ciudad de México /

La pandemia no solo ha traído cuestiones negativas entre la gente. También ha provocado que muchas personas realicen actos que van más allá de su persona, pues se enfocan en ayudar al prójimo. Tal es el caso de Percibald García, un joven que decidió leerles cuentos a los niños cuando escuchó a uno de ellos gritar por la ventana: "¡Estoy aburrido!".

Valiéndose de un micrófono y una bocina, el arquitecto de 27 años cumple diariamente esta cita en la zona de Tlatelolco, entre relatos fantásticos y de forma desinteresada. Todo con el fin de sacar a los pequeños del tedio del encierro.

"Para nosotros fue claro: así como nosotros la pasamos mal, los niños la pasan mal", señala el cuentacuentos antes de iniciar el recorrido de unas dos horas por distintos edificios, acompañado por su madre y con un letrero de cartón en el que se lee: De la casa a la plaza: narraciones para Tlatelolco.

​El proyecto en el que trabajaba el arquitecto, en Malinalco, Estado de México, está detenido por la epidemia, así que dispone del tiempo necesario para pasearse con sus fábulas.

Colorín, colorado, este cuento se ha acabado, dice el joven al terminar una narración, para después escuchar los aplausos de media docena de niños que lo despiden alegremente. 

"Los niños nos ponen atención, de repente estás hablando de unos conejos que son panaderos y sale un niño que dice 'Yo también hago pan’ (…) Este proyecto intenta abrir espacios para que los niños puedan distraerse en el encierro y expresar su sentir", agrega.

El joven juglar ha vivido toda su vida en Tlatelolco, escenario de la matanza de 1968, en la que militares acribillaron a estudiantes que protestaban. De esas y otras historias del barrio que su madre y su abuela le contaban, brotó su vena narradora.

"Al final me crearon un arraigo por el territorio que yo habito a través de esas narraciones y es algo que a mí me gustaría mucho seguir pasando a las nuevas generaciones o a los nuevos habitantes de Tlatelolco", manifiesta.

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