Cuando escuchamos hablar de un gran agujero en la capa de Ozono, solemos ligarlo a la zona de la Antártida, pues desde hace años, este problema es persistente en esa zona. Sin embargo, condiciones meteorológicas especiales provocaron un inusual agotamiento del ozono estratosférico sobre el Ártico en esta primavera, del mismo modo que se produce desde hace décadas en la Antártida tras concluir el invierno austral, lo que ocasionó la formación de un agujero en la capa de ozono en ese lugar. Este hecho dejó anonadada a la comunidad científica, pero el agujero está comenzando a cerrarse, gracias, también, a una inusual temperatura cálida.
Instrumentos a bordo de los satélites de observación meteorológica en órbita polar Metop detectaron un 'mini' agujero en la capa de ozono sobre el Ártico durante el pasado mes de marzo de 2020, con una dramática pérdida en la estratosfera del 30 por ciento de este gas en la vertical del Polo Norte. Al principio no sorprendió a los científicos, pues se habían registrado otro mini agujeros en la zona. Lo que los descolocó fue en realidad que el hoyo comenzó a crecer a un tamaño poco habitual.
La principal teoría que podría explicar la formación del agujero es la de las condiciones atmosféricas poco habituales, pues según los científicos, temperaturas inusualmente gélidas en la estratósfera hicieron que se desplomaran los niveles de ozono y se abriera el hueco.
Las condiciones meteorológicas llevaron a temperaturas estratosféricas por debajo de -80 grados Celsius. Por lo tanto, debido a la luz solar y la química, se observan valores de ozono muy bajos. Normalmente, en el Ártico no se alcanzan niveles de temperatura tan extremos, es pues el vórtice polar demasiado inestable para que se den las condiciones registradas ahora.
Sin embargo, este año, unos potentes vientos alrededor del polo norte atraparon el aire frío, fenómeno conocido como vórtice polar.
El agujero comienza a cerrarse
A pesar de lo inusual de este fenómeno, los científicos observaron también otra cosa fuera de lo normal y es que el agujero comenzó a desaparecer tan rápido e impresionante como se formó. Esto, no tiene nada que ver con la reducción de contaminación ocasionada por el confinamiento humano por la pandemia de covid-19, sino a una ola de calor.
El Ártico experimentó un aumento en la temperatura esta semana, hasta llegar a los 20 grados centígrados, temperatura que se encuentra por encima del rango normal para esta época del año.
Según el Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de la red europea Copernicus, el agujero no volverá a formarse, aunque el vortice polar se refuerce en los próximos días.
cjr