Una vez cada 375 años, en algún punto específico del mundo, un eclipse solar total hace que la noche llegue por adelantado, puede que la oscuridad solo dure unos minutos, pero para la naturaleza este cambio no pasa desapercibido.
El próximo 8 de abril, cuando la luna devore al sol, los animales y las plantas ubicados en algunas regiones de Estados Unidos, Canadá y México serán más que testigos de este fenómeno.
Más allá de las anécdotas, actualmente existen múltiples estudios en los que se ha documentado qué es lo que pasa en el reino animal y vegetal cuando ocurre un eclipse, algunas de las historias documentadas resultan impactantes.
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Los chimpancés que se detuvieron a ‘admirar’ un eclipse
Existe un artículo que narra lo que sucedió con un grupo de chimpancés durante el eclipse solar anular en 1984, todo ocurrió en el Centro Regional de Investigación de Primates de Yerkes, donde se realizaron observaciones específicas para este fenómeno.
Dos días antes del eclipse, los investigadores comenzaron a recopilar datos sobre el comportamiento de los animales, especialmente entre las 11:00 y las 13:00 horas del día.
El día del evento, a las 12:14 horas, el cielo comenzó a oscurecerse y la temperatura bajó. Para ese momento, las hembras solitarias y las hembras con crías se trasladaron a lo alto de una estructura para trepar. A medida que avanzaba el eclipse, más chimpancés se unieron a ellas en la estructura y orientaron sus cuerpos hacia el sol y la luna.
A las 12:23 horas, durante el punto máximo del eclipse, los chimpancés continuaron en dirección hacia el sol y la luna, incluso volviendo la cara hacia arriba. Después de que el fenómeno astronómico concluyó, es decir, cuando la luz del sol comenzó a aumentar, los chimpancés descendieron de la estructura.
Lo interesante es que estos comportamientos no se observaron antes ni después del eclipse, ni durante el atardecer normal, lo que sugirió que el evento tuvo un efecto en el comportamiento de los chimpancés.
¿Relación o coincidencia?
En 2020 un grupo de investigadores se dispuso a averiguar si existían cambios en el comportamiento de algunos animales ante un eclipse y así dejar un registro útil para futuras investigaciones. Para ello escogieron a 17 especies de animales que vivían en el Zoológico de Riverbanks en Columbia, Estados Unidos.
La fecha clave: 21 de agosto de 2017, día en el que un eclipse solar total oscureció por completo a la región en la que se ubica el recinto. Los científicos, cuidadores y un gran grupo de estudiantes se dedicaron a vigilar el comportamiento de los animales seleccionados días antes y después del eclipse para así poder comparar sus observaciones con las del día del evento.
Así, encontraron que más de la mitad de las especies estudiadas (76%) cambiaron sus rutinas usuales, mientras que osos pardos, focas y leones marinos no mostraron variaciones notables.
Si bien en el estudio no se descartó la influencia que pudo haber tenido el entorno (como el ánimo y gritos de emoción de los visitantes del zoológico), las observaciones permitieron dar “una visión novedosa de las respuestas observadas de una muestra diversa de vertebrados durante un estímulo meteorológico único”, como explicaron los expertos.
Hora de ir a dormir… o despertar
La mayoría de los animales parece haber cambiado ligeramente su rutina y realizar lo que usualmente harían por la tarde o por la noche, esto especialmente durante la totalidad del eclipse.
Por ejemplo, las jirafas, elefantes, gorilas, loritos arcoíris y cocoteros interpretaron la oscuridad como la hora de ir a dormir, pues se acercaron a la entrada de sus respectivos recintos para resguardarse y pasar la ‘noche’.
En el caso específico de los loritos, durante el pico de totalidad del eclipse, la bandada inmediatamente voló en masa en dirección a su recinto interior y sus cajas-nido.
“Este fue el único caso durante las observaciones en el que la bandada se comportó sincrónicamente. Cuando la totalidad terminó, la bandada guardó silencio y muchos comenzaron a acicalarse”, explicaron los investigadores.
Por otro lado, durante la mayor parte del tiempo, el dragón de Komodo del zoológico estuvo tranquilo, sin moverse mucho, debajo de un arbusto. Conforme la luna iba tapando el sol, hubo cambios en el comportamiento del animal, en la totalidad, por ejemplo, se dirigió a su guarida nocturna. Al no poder entrar, corrió de manera desordenada por su espacio hasta que el sol volvió a salir, una vez que la luz reapareció, volvió a estar casi totalmente quieto.
Cabe señalar que existen otros ejemplos previos sobre este tipo de comportamientos, por ejemplo: durante un eclipse solar en Bharatpur, India, en 1995, se observó que las garzas nocturnas abandonaron los refugios en que descansaban durante el día, mientras que, en Venezuela, en 1998, aves como los pelícanos buscaban sus refugios para ir a dormir.
Además, durante un eclipse sobre Kansas en 1994, se informó que al menos cuatro especies de aves (garceta grande, garceta bueyera, garceta blanca y garceta azul) iniciaron sus rutinas nocturnas al inicio del evento.
Los insectos y las plantas también
En 2017 también se vieron luciérnagas de la especie Photinus pyralis parpadeando en lugares donde el eclipse fue total. Este fenómeno se observó en un área de 113 km de ancho y en 10 lugares desde Missouri hasta Carolina del Norte, a lo largo de un camino de 912 km. Se cree que este comportamiento fue provocado por el eclipse solar total.
Durante ese 21 de agosto de 2017, la luz del sol y la temperatura bajaron mucho en solo 90 minutos. Por ello, también se estudió cómo esto afectaba a las abejas en diferentes regiones. Si bien los cambios de temperatura no afectaron mucho a estos insectos, los cambios en la luz sí lo hicieron, pues dejaron de volar cuando estaba completamente oscuro, una vez que hubo algo de luz volaron como normalmente lo hacían.
Gracias a las investigaciones del Dr. Daniel P. Beverly y cinco colaboradores más, encontraron que un tipo de arbusto del desierto llamado artemisa grande se vio afectado con la presencia del eclipse solar.
Los investigadores observaron el intercambio de gases de las hojas y la fluorescencia de la clorofila. Durante la totalidad, cuando la temperatura del aire bajó y hubo una caída en el déficit de presión de vapor, los científicos notaron que la fotosíntesis se desplomó y luego tardó horas en recuperarse del impacto de la luz solar que reapareció minutos después.
Jirafas, babuino y otros casos ‘ansiosos’ e inusuales
En las investigaciones realizadas en el Zoológico de del Riverbanks se encontró que además de aquellos animales que tuvieron comportamientos ‘nocturnos’ hubo algunos más presentaron ansiedad aparente.
Por ejemplo, las jirafas no solo se acurrucaron cerca del granero, sino que además, uno de los macho comenzó a cuello y cuerpo hacia adelante y hacia atrás; una vez que la totalidad fue disminuyendo, se vio algo que no se había registrado antes: dos machos y una hembra galoparon durante varios minutos.
Por su parte, los babuinos del Riverbanks, que suelen estar divididos en sus respectivos grupos, se congregaron a medida que la 'noche' avanzaba.
“Parecieron muy vigilantes y corrieron alrededor del recinto como un grupo (...). A medida que el eclipse disminuyó, los movimientos del grupo disminuyeron gradualmente, acompañados de vocalizaciones esporádicas de algunos individuos, y los grupos sociales originales se reformaron”, explicaron los investigadores en su reporte.
De manera casi simultánea, pero en su respectivo recinto, los flamencos experimentaban algo similar: conforme la oscuridad iba envolviendo, todas las aves se iban agrupando en la parte central de su hábitat.
Cuando todo quedó oscuro, los pájaros mantuvieron la cabeza en alto, mirando continuamente alrededor del área, vocalizando en voz alta y permaneciendo relativamente inmóviles.
Durante la totalidad, la mayoría de los flamencos adultos erizaron sus plumas y batieron sus alas. Cuando terminó, algunos comenzaron a bajar la cabeza y a acicalarse las plumas”, detallaron los especialistas.
Hay otros dos animales que presentaron comportamientos que Adam Hartstone-Rose y colegas que participaron en el estudio, calificaron como ‘novedosos’, tal es el caso de las tortugas galápagos y los siamang ( primates muy parecido a los monos aulladores).
Durante la totalidad, las cuatro tortugas del zoológico se volvieron “más activas”, pues se movieron más rápido de lo que se había visto durante las observaciones de referencia y se dispersaron en varias direcciones a diferentes secciones del recinto.
“Después de la totalidad, todas las tortugas miraron hacia el cielo y luego los niveles de actividad del grupo disminuyeron gradualmente hasta los niveles iniciales”.
Por su parte, poco antes de la totalidad, los siamang comenzaron a realizar movimientos vigorosos con los brazos e iniciaron fuertes vocalizaciones. Sus sonidos no tenían un patrón consistente, sino que comenzaban con un ladrido producido por la hembra y culminaron con el “grito ulular” final producido por el macho.
LHM