Transferón, el 'producto milagro' que enriquece al IPN... en la opacidad

El medicamento fue desarrollado en 1978 para pacientes con herpes y dermatitis atópica y se ha extendido su uso a otras afecciones como respiratorias sin comprobar su eficacia; sin embargo, el IPN recibe mdp con su venta.

El Transferon fue desarrollado en 1978 por el Dr. Sergio Estrada en el IPN. (Jesús Quinatanar)
Ciudad de México /

El Transferón, un medicamento biológico desarrollado en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) se ha convertido en un millonario y opaco negocio en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB): en 2019 se vendieron 323 mil unidades del fármaco, que le dejaron al menos 110 millones de pesos en ganancias.

Sin embargo, los números no cuadran. De manera oficial, la escuela sólo reportó ingresos por 50.5 millones por su venta. Del resto, no se sabe su destino.

El “extracto dializable de leucocitos” patentado por el IPN se vende en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y en un CECyT en tres diferentes precios: 340 para personas de bajos recursos, 390 para trabajadores y 500 pesos para el público en general. En promedio, si los 323 mil 706 frascos se hubieran vendido al precio más bajo, 340 pesos, se habrían obtenido más de 110 millones de pesos.

El proceso de fabricación del Transferon está patentado por el IPN, el cual significa “la patente más importante del instituto a nivel mundial”. (Facebook)

En el Informe de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas 2019, la mitad de ese dinero no se reportó y sólo se confirman ventas por 50 millones de pesos. Al mismo tiempo, Biserma, la empresa que se dedica a su distribución es propiedad del esposo de la directora de la Unidad de Investigación, Desarrollo e Innovación Médica y Biotecnológica (Udimeb), Mayra Pérez Tapia.

No se detalla el número de frascos vendidos por Leucotec -la firma de Biserma que lo distribuye en todo el país-, pero se indica que la empresa reportó ventas al IPN por 29 millones en 2018 y por 41 millones en 2019.

Consultada al respecto, Pérez Tapia, directora de la Unidad de Investigación, Desarrollo e Innovación Médica y Biotecnológica (Udimeb), la cara pública del Transferón, admitió que en el reporte “hay inconsistencias”, pero subrayó que ella no es responsable de administrar los recursos económicos que genera el fármaco.

¿Quién es responsable de las finanzas del Transferón?

La Escuela Nacional de Ciencias Biológicas. Yo no cobro el dinero, yo no toco el dinero, y me parece peligroso hacer esas aseveraciones, no falta dinero. Lo que pasa es que las unidades, es posible que el informe no sea lo suficientemente claro, pero decir que falta dinero es como decir que están vendiendo factor sin ingresar dinero (…) El documento lo hace la contadora de la escuela, que no es mi contadora. Si hay alguna incongruencia en los números, no es responsabilidad mía, yo creo que los hacen pensando que nadie los va a consultar.

En entrevista con MILENIO, la investigadora destacó que el proceso de fabricación del Transferón está patentado por el IPN, la cual significa “la patente más importante del instituto a nivel mundial”. Indicó que se produce en una planta dentro de la Udimeb, cuya capacidad de producción es de cerca de medio millón de frascos anuales.

“Nosotros tenemos un compromiso con la autoridad sanitaria este año de ampliar nuestra planta al doble y de cumplir con una serie de requisitos que anteriormente no cumplíamos porque era una planta muy chiquita”, dijo.

De acuerdo con el informe, en 2018 sólo se vendieron 169 mil 524 frascos de Transferón; tomando en cuenta el costo más bajo de 340 pesos, suman 57 millones 638 mil pesos, pero también se reportan menos ingresos: 42 millones 893 mil pesos. 

Por años los directores del Politécnico se sentaban con los titulares de la Cofepris a negociar los requisitos sanitarios. (Especial)

Al respecto, la directora de la Udimeb señaló que tan solo 169 mil frascos “es apenas lo que vendemos en punto de venta”, por lo que en las cifras mencionadas no se incluyen los ingresos que la ENCB obtiene por la venta del Transferón a través de su distribuidor.

Transferón, no ha obtenido registro sanitario

El Transferón fue desarrollado en 1978 para pacientes con herpes y dermatitis atópica. Con el paso de los años, “se desarrollaron diversos proyectos de investigación para sustentar el tratamiento de otras afecciones como las respiratorias, hipersensibilidades e inmunodeficiencias”, indica el propio IPN en un comunicado.

Sin embargo, sin cuestionar si es eficaz o no, el innovador producto que tendría que representar una contribución al país, se transformó en un mecanismo para lucrar con los enfermos bajo el sello del Politécnico.

Mayra Pérez Tapia, reveló que el registro del Transferón Oral que comercializan, aún se encuentra en trámite ante la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), y a través del diálogo con los directores del IPN, la autoridad sanitaria ha permitido que al paso de los años el producto se siga produciendo y vendiendo, pues representa el 93 por ciento de los ingresos de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas.

“Debimos de haberlo caracterizado primero, luego tener el producto, luego la planta, los estudios y hasta el final vender. En México no se hizo así, hay una corresponsabilidad de todos, del IPN y la Cofepris. La Cofepris tiene años sabiendo que hacemos lo que hacemos, por años los directores del Politécnico se sentaban con el comisionado federal a decir: en este periodo vamos a cumplir con este cachito, y ahora con este otro para poco a poco ir cubriendo con el requisito sanitario”, reconoció.

El Transferón fue desarrollado en 1978 por el Dr. Sergio Estrada en el IPN, “cuando en aquella época  en la normatividad no se pedían los estudios como ahora, ni se conocía la inmunología como se conoce ahora, ni qué tenía en su mezcla el extracto dializable de leucocitos”.

El IPN tiene una capacidad de producción de medio millón de frascos de Transferon Oral al año, aunque nadie tiene claras las ganancias. (Facebook)

En 1994, el Dr. Jesús Kumate al frente de la Secretaría de Salud le otorgó al factor de transferencia el primer registro sanitario, cuando el producto era inyectable y “seguía sin estar completamente caracterizado”, hasta 1997, cuando la investigadora se incorporó al proceso y detectó que el problema era el proceso, relató.

“En aquella época las instalaciones del Politécnico no tenían la robustez de una planta farmacéutica y no había reproducibilidad de los lotes; cuando se empieza a denostar el factor, como: esa cosa no sirve, es porque a veces tenía efecto biológico y a veces no. No era un problema de la mezcla de péptidos, sino del proceso, como si una aspirina a veces tuviera cinco por ciento de ácido acetilsalicílico, a veces 100 y a veces no tuviera nada”, explicó.

Antes del año 2000, se hacían 300 frascos en un laboratorio, por lo que pidió a las autoridades del IPN impulsar el proyecto para masificar su producción, lo que implicó el inicio de la regulación sanitaria que aún no termina, pero por el cual pasaron de cuatro a 220 empleados, con una capacidad de producción de medio millón de frascos de Transferón Oral al año.

Producto milagro

Al llegar la pandemia a México, el Instituto Politécnico Nacional anunció en abril pasado el reclutamiento de pacientes que inician con los síntomas de covid-19 para probar la eficacia del Transferón en un ensayo clínico, coordinado por la Dra. Pérez Tapia.

La noticia suscitó la crítica de especialistas como el Dr. Alejandro Macías, infectólogo de la Universidad de Guanajuato y del investigador Juan Sierra Madero del Instituto de Ciencias Médicas y Nutrición, a través de la red social Twitter, medio a través del cual la inmunóloga Irma Aguilar Delfín ha señalado reiteradamente que el factor de transferencia no ha podido demostrar su eficacia.

Diversos expertos han cuestionado la eficacia del Transferón, cuyo número de registro 483M94 SSA ante la Cofepris venció el 7 de noviembre de 1999. En la ficha del registro se indica que la autorización se dio para el factor de transferencia en su presentación de caja de cartón con un frasco ámpula con polvo, es decir, era inyectado, pero actualmente el Transferón es oral.

A pesar de ello, y aún sin obtener aún resultados de su ensayo clínico, el sitio oficial de la ENCB recomienda a la población el uso del Transferón “ante la ausencia de un tratamiento específico (contra covid-19) y basados en la experiencia clínica de los médicos especialistas que conforman la USEIC, recomendamos el uso del Transferón como una estrategia para reforzar el sistema inmunológico de personas con síntomas respiratorios”.

Gustavo Reyes Terán, titular de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad (CCINSHAE), también ha lamentado que la misma institución que produce el Transferón lo recete a los pacientes y que sugieran que puede prevenir el covid-19 sin haberlo demostrado.

“El Transferón no ha demostrado nada, sabemos que no es benéfico y no sabemos si puede ser perjudicial y además lo pagan los pacientes, eso desde mi punto de vista es completamente inapropiado”, expresó en entrevista con MILENIO en septiembre pasado, al subrayar que ese producto no tiene ningún efecto preventivo contra el covid-19.

Por su parte, Mauricio Rodríguez, profesor de la Facultad de Medicina de la UNAM advirtió que “al Transferón se le atribuyen propiedades desde curativas hasta preventivas, y dicen que sirve para todo”, por lo que se le considera un producto milagro.

“Le atribuyen múltiples usos, lo que empieza a ser difícil de entender; cuando dicen que algo sirve para todo, lo más probable es que sea anecdótico, quizá o que no se está haciendo una declaración adecuada de la evidencia. Si el producto sirve como dicen que sirve lo vamos a saber, lo importante es que garantice la seguridad de los participantes en cualquier estudio clínico y la entidad regulatoria debe de estar enterada”, apuntó.

DMZ

  • Fanny Miranda
  • Reportera de MILENIO, fan de la naturaleza y cazadora de atardeceres. Por sus trabajos sobre medio ambiente, ha ganado el Premio Aleman de Periodismo Walter Reuter 2022 (2do lugar) y Premio Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2016, entre otros.

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