“Soy una figura mitológica en Cuatro Ciénegas, no saben si dragón o unicornio”: Souza

Lado B

A la investigadora, primera mexicana miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias, le encanta cocinar, el cine y la cerámica, y uno de sus sueños cuando se retire es dar clases en escuelas zapatistas

“La NASA me invitó a Cabo Cañaveral para el lanzamiento del Curiosity en 2011”. (Foto: David Jaramillo)
Ciudad de México /

Su nombre es tan largo como su trayectoria y la huella que ha dejado en el ámbito de la biología evolutiva: Valeria Francisca Eugenia Leopoldina de María de Guadalupe Souza Saldívar, investigadora del Instituto de Ecología de la UNAM, es la primera mexicana miembro de la Academia Americana de Artes y Ciencias, a la que también pertenecieron Charles Darwin y Albert Einstein.

Desde hace dos décadas, Souza y su esposo, el doctor Luis Eguiarte, estudian las bacterias que habitan en las pozas de Cuatro Ciénegas, ya que son la clave para entender el origen de la vida en nuestro planeta, por lo que también se ha convertido en ferviente defensora del humedal que está en riesgo de secarse por completo.

¿Cómo se convirtió en científica?

Crecí en una casa de artistas, mi papá (Antonio Souza) era crítico de arte y coleccionista, tenía una galería, por lo que crecí rodeada de belleza; de hecho, él fue quien descubrió a Francisco Toledo en 1960, nadie hubiera pensado que yo nací científica, siempre estaba cuidando animales, coleccionando bichitos, salvando arañas.

La estructura del ADN fue descubierta en 1953, yo nací en 58, cuando cumplo 10 años nos regalan una enciclopedia Time Life dedicada a ese descubrimiento, era el nacimiento de la biología molecular. Me fascinó el ADN y a eso he dedicado mi vida, a cómo explicar la diversidad.

Entré a la Facultad de Ciencias en la UNAM para estudiar biología, que era el camino para estudiar el ADN, también hice maestría y doctorado en la UNAM. Conocí a Luis, mi marido, en la facultad y desde entonces somos equipo.

¿Por qué se interesó en estudiar las bacterias de Cuatro Ciénegas?

Hice mi doctorado, fui la primera que hizo genética de poblaciones de bacterias benéficas en un área nueva en el mundo. Mi hijo Felipe nació a medio doctorado, luego mi esposo y yo nos fuimos a la Universidad de California, en Irvine; estudié con el doctor Richard Lenski y luego nos fuimos a Michigan, donde nació nuestra hija.

Regresé en 1993, ya con dos niños y una bacteria (Rhizobium) modelo, que es la que usé en el doctorado para entender cuál era su diversidad en México. Luego gente de la NASA nos vino a buscar a Luis y a mí para ir a Cuatro Ciénegas. (Richard) Lenski era muy importante en el medio y yo la única ecóloga evolutiva de bacterias del país en ese momento, en 1999.

¿Para que los buscaron?

La NASA necesitaba a alguien que supiera de bacterias, ecología y evolución para estudiar Cuatro Ciénegas, que fue descubierto por Wendell Minckley en 1958, año en que yo nací. Iniciamos con la NASA de 2000 a 2003 y luego tuvimos otro proyecto con ellos de 2010 a 2013. Así que nos invitaron a Cabo Cañaveral para el lanzamiento del Curiosity, en 2011.

¿Cómo ha sido formar equipo en el laboratorio con su esposo durante casi 40 años?

Estamos en la misma oficina. Luis es la mitad lógica de mi cerebro, es el ancla que me aterriza, el que me cuestiona todo, me vuelve humilde. Es esencial para mi creatividad, pero yo también soy esencial para la suya; Luis es muy lógico, pero no es atrevido, y yo soy una exploradora.

Entre los dos hacemos muy buen equipo porque nos complementamos y eso no quita que seamos críticos, pero ambos nos admiramos en cada una de nuestras cualidades.

Luis siempre ha tenido mejor currículum, pero yo soy más social; el caso de Cuatro Ciénegas me ha generado premios, porque soy una fiera que defiende el ecosistema.

¿Ha tenido miedo, alguna vez rechazaron su presencia en Cuatro Ciénegas?

Esos fueron los ricos del pueblo, los viejos latifundistas. Yo soy una especie de figura mitológica en Cuatro Ciénegas, no saben si dragón, unicornio o qué, porque me asignan unos poderes que no tengo. Dicen que a mí me hace caso el Presidente, que me da su chequera Slim, nada de eso es cierto. Sé que hay gente que no me quiere porque llegó la ley y les puso restricciones de agua, no pueden sacar todo lo que quieren.

Pero yo nunca he temido ni por mi vida ni la de mis estudiantes. Cuando se armó el relajo y la manifestación en mi contra en 2013, el gobernador del estado sí me mandó ocho guaruras, pero los del pueblo me dijeron después que les fueron a ofrecer dinero, ya todo se calmó.

¿Qué hay de sus hijos?

Ninguno de nuestros hijos fue científico, tal vez por una sobredosis de ciencia. Felipe es historiador de la ciencia, está haciendo el doctorado en Minneapolis, Minnesota, y María es artista visual, está haciendo la maestría en San Diego, California. Ambos son muy buenos maestros y dan clases en sus posgrados, de alguna manera inspiramos en ellos amor a la enseñanza, pero los dos dicen que hicieron ya un doctorado en biología y no quieren más.

¿Qué hace en su tiempo libre?

Me encanta cocinar, vamos al cine de vez en cuando, en los años sabáticos hago cerámica, y cuando me retire, voy a hacer ceramista y escritora.

¿Cuándo piensa retirarse?

Yo digo que a los 70, tengo 61. Me encantaría dar clases en universidades indígenas y en escuelas zapatistas, pero eso requiere tiempo; quizá cuando llegue ese momento ya tenga nietos y mis planes cambien.

  • Fanny Miranda
  • Reportera de MILENIO, fan de la naturaleza y cazadora de atardeceres. Por sus trabajos sobre medio ambiente, ha ganado el Premio Aleman de Periodismo Walter Reuter 2022 (2do lugar) y Premio Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2016, entre otros.

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