La historia detrás del campeón: el barista mexicano que convirtió el café de su abuela en un título latinoamericano

“Las catas terminan, pero la pasión queda en el corazón”, dice Edson, el barista maderense que representará a México en el campeonato mundial de Las Vegas.

Edson Rodríguez, Barista Champion: representante de Latinoamérica y del Caribe. | Erik Saldaña
Cuidad Madero /

Todo empezó con una frase que todavía le tiembla dentro: “Coman ustedes, que yo no tengo hambre.” Así decía su abuelita Claudia cada vez que servía una taza de café en la mesa, acompañándolo con pan y una historia mágica. Ese ritual familiar, sencillo pero lleno de intención, fue la primera cata en la vida de Edson Hernández. Una cata sin técnica, sin prensa francesa, sin puntajes. Una cata hecha de cariño, de historias y de silencio. Años después, esos momentos se convertirían en la brújula que lo llevó hasta un mundial.

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Antes de convertirse en el mejor barista de Latinoamérica, Edson Hernández vivió sus primeras catas sentado en la mesa de su abuela en Ciudad Madero. Hoy, ese joven que trabajaba, estudiaba y jugaba futbol al mismo tiempo acaba de lograr un título que pone a Tamaulipas en el mapa del café de especialidad. Esta es la historia del campeón que llegó a Costa Rica más que técnica: llevó memoria, raíces y una frase que le cambió la vida.

Llegamos a la barra de la cafetería donde trabaja, en la sucursal Tampico Universidad. Ahí está Edson, se mueve rápido, con energía, como si sus manos tuvieran memoria propia. Luce un mandil de diferente color a sus compañeros, uno color café, con sus ‘pin’, las insignias ganadas en las competencias y que presume con orgullo. Ese mandil café que solo los campeones pueden usar en las cafeterías de Starbucks.

Antes de cualquier pregunta, se presenta con una sonrisa firme y esa seguridad de quien sabe lo que ha logrado pero no se lo termina de creer.

“Hola, ¿qué tal? Yo soy Edson Rodríguez, Barista Champion y ahora representante de Latinoamérica y del Caribe. Soy de aquí, de Ciudad Madero, Tamaulipas…” dice mientras acomoda una prensa francesa.

Desde ahí empezamos a reconstruir su historia, una que mezcla fútbol, concursos, noches de estudio, cafés de Chiapas y esa frase de su abuela que hoy lo sostiene más que nunca.

No fue el primer trabajo, ni la cafetería, ni la técnica. Lo que lo llevó aquí fue su abuelita. | Erik Saldaña

El día en que un café lo tocó por primera vez

Antes de pensar en competencias, medallas o escenarios internacionales, hubo un sorbo que lo marcó para siempre. Y lo recuerda con total claridad.

“Muy bien, justamente cuando recién entré a Starbucks me dieron un café que justo el día de hoy vamos a probar, que es un México Chiapas… lo que me cautivó completamente fue ese hermoso sabor y no solamente eso, sino la historia que me contaron de ese café.” relató.

Edson habla del ‘Chiapas’ como si hablara de alguien que conoce desde hace años. Lo describe, lo huele, lo compara. Y cuando lo explica, lo hace con esa mezcla entre técnica y emoción que solo tienen quienes realmente aman su oficio.

Ese primer café fue una revelación en un momento de vida donde todo estaba en caos: estudiar, trabajar y entrenar fútbol semiprofesional. Aun así, el café lo atrapó.

“Era un poco atareado… pero el mundo del café me atrapó completamente. Poquito a poquito fui buscando información, practicando y un sinfín de actividades que me llevaron a ser lo que soy hoy.”

El día en que un café lo tocó por primera vez | Foto: Yazmín Sánchez


La abuela que sembró más que historias

Cuando le pregunté por el café que más lo conecta con su corazón, Edson no dudó ni un segundo. Puso granos de Chiapas sobre la mesa y tomó aire.

“El café Chiapas y la prensa francesa hacen ‘match perfecto’. ¿Qué es un match perfecto? Es algo que complementa otra cosa sin lugar a dudas… A mí me llevan a mi abuelita.”

La historia de esa abuelita, Claudia, pesa. Es suave pero profunda.

“Mi abuelita todas las mañanas me preparaba café… siempre contaba una historia. Nos daba un panquecito o un pan del panadero. Pero siempre decía: ‘coman ustedes que yo no tengo hambre’. En ese momento no entiendes, pero de grande… te das cuenta de todo lo que significa.”

Ahí está la raíz de todo. No fue el primer trabajo, ni la cafetería, ni la técnica. Lo que lo llevó aquí fue ella. El café como pretexto para unir a su familia. El gesto de dar aunque no alcanzara. La magia de inventar historias para hacer más dulce la merienda.

Y esa memoria, dice Edson, nunca se le va cuando compite, cuando practica o cuando sirve una taza.

De futbolista a barista: el giro inesperado | Foto: Yazmín Sánchez

De futbolista a barista: el giro inesperado

La transición no fue planeada. Él soñaba con el futbol. Entrenaba duro. Pero la vida le puso otra cancha enfrente.

“Fue el ámbito laboral… trabajaba, estudiaba y tenía el deporte. Pero entré al lugar indicado a trabajar porque ahí nació una pasión. Ese lugar desprendió un mundo que yo exploré y ahora me está llevando a caminos muy bonitos.”

Cuando le pregunto si algo del futbol vive en la barra, se ríe, pero responde en serio:

“Claro… la pasión, las ganas de sobresalir, la consistencia de entrenar diario. Eso me lo dejó el futbol y aquí lo aplico igual.”

Cómo se llega a una competencia continental desde una tienda en Tampico | Foto: Yazmín Sánchez


Cómo se llega a una competencia continental desde una tienda en Tampico

La ruta para llegar hasta Costa Rica no es corta ni sencilla. Todo empieza con una convocatoria interna.

“Todo empieza a nivel tienda… hacen sus participantes, nos dan una hoja de evaluación… gané aquí en mi tienda. Luego vino el nivel regional, luego el nacional. Llegar a nacionales ya significa estar entre los mejores de México.”

A partir de ahí, brincó a la etapa que más peso tiene: Latinoamérica y el Caribe.

“Brincar al nivel latinoamericano ya es historia… México tenía años sin tener un campeón, y mucho menos de Tampico y de la región norte.”

Solo al decirlo se nota que todavía lo está asimilando. El triunfo también lo vivió su familia.

“Fue mucha emoción… se sintieron orgullosos, pero no lo podían creer. Es mi primer competencia de Champion. Y es lindo que un lugar tan pequeño que no estaba en el mapa surja a poner en alto Tampico, Madero y Altamira.” respondió.

Un tampiqueño en Costa Rica

Le pido que me lleve al día de la competencia latinoamericana. Al momento exacto.

“Es un choque de culturas… pero más que competencia es convivencia. Te dejas vivir por la esencia de cada país. Los costarricenses, argentinos, colombianos… todos te dejan algo.”

Y entonces llegamos a la pregunta crucial: ¿Cuándo supo que podía ganar?

“En la final… cuando vi el tema que me tocó, era algo que sabía hacer: arte late. Dije: es todo o nada. Los primeros segundos son nervios, pero cuando fluyes dices: de aquí puede salir un buen campeón.”

Lejos de verlos como rivales, me dice: “Me dejé inspirar por ellos. Ellos son una inspiración para mí y siento que yo también para ellos… cada quien deja algo de su lugar.”

Un tampiqueño en Costa Rica | Foto: Yazmín Sánchez


La cafetería como comunidad

Cuando hablamos del café y de su relación con México, Edson se alinea con algo más grande: el trabajo detrás de cada taza.

Aquí entra el contexto del programa “Todos Sembramos Café”, la iniciativa con la que Starbucks ha donado plantas resistentes a la roya a caficultores en México. Más de 12 mil productores se han visto beneficiados en Chiapas, Veracruz, Puebla y Oaxaca. Una cadena que sostiene a jóvenes como Edson, pero también a quienes cultivan los granos que él presenta en competencias.

La caficultura mexicana vive retos, y su victoria ayuda a ponerle luz a ese esfuerzo colectivo. Porque un barista no existe sin un cafetal sano atrás.

Si no hubiera ganado…

Su respuesta, sencilla pero con el corazón en la mano:

“No pasa nada… me regreso orgulloso. Desde el nivel tienda tuve acompañamiento. México entero me escribió. Ya con pararte ahí estás poniendo en alto Tampico y la región.”

Cuando se despide, vuelve a lo mismo que lo trajo aquí:

“Las catas terminan, pero la pasión por el café se queda aquí, en el corazón.”

Y mientras sirve la última taza del día, entiendo que no ganó solo por técnica. Ganó porque carga dentro la historia de su abuela, porque sirve café como quien comparte un recuerdo y porque convirtió una frase dura en un motor que ahora lo llevará hasta Las Vegas, al campeonato mundial.

Edson no solo prepara café. Cuenta historias. Y esta apenas empieza.

AA

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  • Erik Saldaña
  • Editor digital en MILENIO. Reportero de espectáculos y cultura en Tamaulipas. Apasionado de contar historias que conectan: si no aporta valor, no es contenido.

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