La Doctora Ilustración de Monsi regresa al consultorio

El libro se presenta con los comentarios de Javier Aranda Luna y Jenaro Villamil.

Editorial Malpaso reúne algunos de los textos que aparecían en su columna. Cortesía Museo del Estanquillo y familia Monsiváis
Jesús Alejo Santiago
Ciudad de México /

Hacia la década de los 70, Carlos Monsiváis (1938-2010) recibía una serie de preguntas en su muy gustada sección periodística “La doctora Ilustración”: ¿La frase de Gertrude Stein ‘una rosa es una rosa es una rosa’, deriva del dicho popular mexicano ‘una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa’? ¿Qué se puede hacer para salvar la conciencia artística de uno mientras se escriben radionovelas por dinero? ¿Cómo soportar la desdicha del peso de la fama?

Interrogantes que provenían de hipotéticos lectores, pero que le servían al cronista para hacer una disección, muy a su estilo, de diferentes ámbitos de la vida pública en el país, siempre con esa mirada crítica e irónica que se reflejaba lo mismo en sus libros o en sus conferencias presenciales, que en sus columnas periodísticas, nacidas en el periodismo cultural y que terminaban en la reflexión sobre lo coyuntural, en especial si de evidenciar a los políticos se trataba.

“Era un tema constante en todos los ámbitos”, explica Javier Aranda Luna: “En el político, en el económico y social. Con el látigo del humor y de la ironía, develaba cosas que luego formaban parte de la vida cotidiana; la vigencia de los textos de Carlos me sorprende, porque es como seguir escuchándolo, tocando temas que cambiaron de nombres y de personajes identificables, pero se quedaron en el país para hacer lo que han estado haciendo toda la vida”.

La reflexión del investigador y periodista surge a propósito del lanzamiento del volumen El regreso de la Doctora Ilustración (Ph. D.) (Malpaso Ediciones, 2018), donde se reúnen algunos de los textos de este consultorio, en donde no solo se lograba construir un retrato sarcástico de las tradicionales consultas de la “Doctora Corazón”, sino hacía circular lo mismo a artistas y escritores, que a políticos de aquel tiempo.

“Su perspectiva tiene que ver con su formación infantil. En su autobiografía, que se llegó a publicar, él habla mucho de su formación en la escuela dominical, un servicio religioso en donde se desenredaban muchas cosas de la biblia, se discutían, por eso le llamaban escuela, y donde él

adquirió o le dio estatura a su visión ética de las cosas: la crítica la hacía para mantener la salud social, no de la de un pequeño grupo, sino de la sociedad en general”, explica Aranda Luna.

Vigencia de una mirada

En esos días, Monsiváis también tenía la columna “Por mi madre Bohemios”, cuya fórmula radicaba en el rescate de citas, en “tomar las tonterías que decían los políticos, las frases cínicas para justificar sus actos”, y a partir de ello desmontarlos con ironía, mientras “El consultorio de la Doctora Ilustración” se construye de pequeñas fábulas, a partir de la fórmula que se encontraba en muchas revistas del corazón, “donde la gente que tenía algún problema preguntaba cómo resolverlo”.

A partir de fábulas que se construían con mucha ironía, con sentido del humor, y con una crítica durísima: “cambiaron los nombres, pero las viejas inercias no solo continuaron, sino se hicieron más agudas y en ello radica su vigencia”, explica Aranda Luna, quien solía compartir las reuniones semanales organizadas alrededor de la figura del cronista.

“Si alguien fijó hace 50 años, en 1968, que fue un año duro, convulso, lleno de sangre, el tema de la corrupción, éste fue Carlos Monsiváis. Su vigencia también puede leerse en el hecho de que son textos breves, que rayan en el aforismo y que pueden llamar la atención de los lectores contemporáneos”.

El regreso de la Doctora Ilustración (Ph. D.) se presenta hoy, a las 13 horas, en el Museo del Estanquillo con los comentarios de Javier Aranda Luna y de Jenaro Villamil.

Un clásico

“No sé quién fue el hijo de la chingada que esparció el rumor de que yo no aceptaba sobornos”, un clásico de la Doctora Ilustración rescatado en el libro.

Ilustraciones

El primer volumen cuenta con prólogo e ilustraciones de Rafael Barajas El Fisgón, el segundo de Darío Castillejo y un texto introductorio de Lorenzo Meyer.

Sarcasmo

Seudónimos de los lectores que solicitaban consulta: “Genuinamente Consternado”, “Libre y Agradecida” o “El palpitar científico de la sangre”.

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