Adiós, año maldito: 21 cosas que nos dejó en claro la pandemia de 2020

Café Madrid

Un recuento de los cambios y tragedias que experimentamos este año, pero también la sugerencia de un halo de esperanza al final del camino.

"¿Todo esto realmente llegó para quedarse y cambiarnos como personas?". (Javier Ríos | MILENIO)
Víctor Núñez Jaime
Madrid /

Hacer un repaso del año pandémico que está a punto de expirar (únicamente el año, no la pandemia) implica enfrentarse a un tsunami de acontecimientos tan numerosos como desconcertantes y disruptivos, más propios de toda una década que de un solo año. Han bastado unos meses para tener muy claro que:

  • Nuestros sistemas de salud son demasiado endebles y lo único que ampara a los ciudadanos es la vocación y dedicación de grandes médicos y enfermeras.
  • El conjunto de la clase política no arrima el hombro ni cuando sus votantes están en peligro.
  • Los gobernantes, sin querer queriendo, nos han reducido derechos y libertades y la sensación de regresión histórica se torna obscena.
  • Los casi dos millones de muertos por covid-19 en el mundo (según el recuento oficial, claro) no son más que un número dentro de una estadística y las familias rotas han de apañárselas como puedan.
  • La economía (macro o micro) es blandengue y tirana al mismo tiempo.
  • Al cerrar miles de empresas y negocios en un corto tiempo, millones de empleados se han quedado sin sustento.
  • Las grandes empresas farmacéuticas, en cambio, son cada vez más boyantes.
  • El consumo capitalista se ha reacomodado.
  • Cuando uno menos se lo espera, el miedo y la incertidumbre son implacables y echan abajo la soberbia humana en su relación con el planeta.
  • En muy poco tiempo, nuestras actitudes y comportamientos se han alterado y, en consecuencia, con la frialdad y la distancia que ahora imperan quién sabe si las relaciones humanas volverán a ser las mismas.
  • Hasta nuestro vocabulario ha recibido una inyección de nuevos términos (carga viral, rastreadores, inmunidad de rebaño, antígenos, aerosoles…).
  • La ansiedad, la soledad, la depresión y la pobreza son las pandemias que, finalmente, escoltan a un virus.
  • El tapabocas es el complemento de un look “responsable”.
  • Es posible vivir una distopía encerrados.
  • El año en que vivimos confinadamente la cultura ha sido nuestro mejor refugio. Pero esto ha dejado aflorar una paradoja: nunca como hoy la cultura ha sido tan importante y, nunca como hoy, ha dejado de ser prioritaria para quienes manejan el dinero.
  • El aceleramiento del cambio tecnológico se ha instalado en la vida personal y profesional.
  • La dependencia de las pantallas es lo que marca nuestro día a día.
  • Una pandemia ha propiciado la época dorada de los memes.
  • El modelo de negocio de los medios de comunicación ha sufrido su enésima sacudida, mientras el buen periodismo se ha revelado como un pilar fundamental.
  • Las conspiraciones y la desinformación rivalizan a cara de perro con la ciencia.
  • No es fácil dar cabida a la tremenda sensación de “se acabó la fiesta”.

¿Todo esto realmente llegó para quedarse y cambiarnos como personas? Ya durante el confinamiento más estricto, Fernando Savater nos bajó de la nube en las páginas de este suplemento:

“¡Para nada! Estaremos encantados cuando esto acabe y simplemente querremos recuperar nuestra vida anterior. Lo que sí deberíamos aprender es que nos quejábamos mucho en esa vida anterior y no sabíamos que, en realidad, éramos personas que gozábamos de cierta estabilidad en todos los ámbitos. Ha habido plagas desde que los seres humanos tienen memoria y habrá muchas más, seguro. Esta, en concreto, tiene una virulencia brutal, pero también tenemos muchos más medios para enfrentarnos a ella. Y cuando acabe, ¡todos volveremos a ser una panda de individualistas! No confío mucho en los grandes cambios de la humanidad. La humanidad cambió cuando hubo la peste en Europa, que sirvió a Boccaccio para escribir El Decamerón, y lo que quedó es solo eso. Después se ha vivido más o menos igual”.

Hay que reconocer, sin embargo, que el año pandémico también ha dejado algo bueno para el mundo: Trump tendrá que irse de la Casa Blanca, la Monarquía española se resquebraja (¡Viva la República!), distintos grupos de científicos han hecho vacunas en tiempo récord, avanza la legalización de la marihuana y del aborto, ya no hay ébola en el Congo y hasta se inventó un coctel de encimas para degradar el plástico en cuestión de horas.

Respeto a la pandemia, tiene razón Savater: tarde o temprano pasará y, si la mayoría sobrevivimos, volveremos a lo de siempre. Pero mientras tanto… ¡qué duro es vivir en este tormentoso paréntesis! En fin, miren el calendario: nos muestra un punto y aparte. Adiós, año maldito.

AQ | ÁSS

LAS MÁS VISTAS