Agradecimiento | Por Ana García Bergua

Husos y costumbres

La autora de esta columna fue reconocida hace unos días en el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana. A ello obedecen estas palabras.

Ana García Bergua en el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana. (INBAL)
Ciudad de México /

Hace exactamente cuarenta años me encontraba en el Palacio de Bellas Artes como asistente de mi maestro Alejandro Luna en la escenografía y la iluminación del montaje del Fausto de Gounod; la dirección escénica era de Ludwik Margules, mi otro maestro. Una de mis funciones como asistente consistía en hacer standing para que se afocaran los reflectores, por lo que en cierto momento me tocó elevarme dos o tres metros sobre el escenario del teatro sujeta con un arnés para que el maestro Luna iluminara la ascensión de Margarita al cielo.

Cuando a una la elevan en el aire con un arnés, es aconsejable extender los brazos pues de lo contrario se corre el riesgo de ponerse a girar como piñata, lo cual tiene sus desventajas. Así, mientras trataba de mantenerme quieta para que afocaran el reflector, esperando que el día del estreno Margarita no se pusiera a dar vueltas con el amplio camisón del vestuario, no me imaginaba que en el año 2025 estaría en Bellas Artes, en la sala Manuel M. Ponce, festejada en el ciclo de Protagonistas de la Literatura Mexicana.

Nunca he entendido de dónde salieron las historias y los personajes de mis cuentos y novelas si pasé la infancia en un pequeño departamento de la colonia Condesa; no tuve una vida de aventuras pero sí mucha sed de vivirlas a través de los libros. La criatura del arnés no lo sabía, pero es posible que las historias se encontraran agazapadas en algún rincón de su mente, como una especie de transubstanciación de tantas lecturas en escritura. Cuando estudiaba teatro, otro de mis maestros, el narrador y dramaturgo Juan Tovar, me diagnosticó que yo padecía de un exceso de imaginación. Tal vez eso me precipitó a la literatura: los fantasmas interiores no suelen discutir de casting, dinero y materiales, y me gusta escribir de fantasmas. Por eso me identifico mucho con los autores mexicanos que respiraron el encanto del teatro y de alguna manera está en sus obras: Juan José Arreola, Jorge Ibargüengoitia y, a su modo, Sergio Pitol.

Lo anterior viene a cuento porque este reconocimiento que agradezco tanto tiene algo teatral, por aquello de ser protagonista, aunque la narradora en realidad vive tras bambalinas, preparando a los personajes para entrar a la página. Qué salto fue pasar de estar suspendida frente a las butacas vacías a estarlo ante las palabras, tratando de mantener el equilibrio de la prosa, señalando los lugares donde la luz va a iluminar la acción y la trama, preocupada por no quedarme dándole vueltas a los párrafos, como pudo ocurrirle a aquella Margarita.

(Sigo muy agradecida con el INBA y con Rosa Beltrán, Verónica Murguía y Marcelo Uribe, que me arroparon con sus palabras).

AQ

  • Ana García Bergua
  • Autora de novela, cuento y crónica. Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Premio Sor Juana Inés de la Cruz 2013 por La bomba de San José y Premio Nacional de Narrativa Colima 2016 por La tormenta hindú. Recientemente publicó Leer en los aviones y Waikikí, junto con Alfredo Núñez Lanz.

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