‘¡Ahí viene el marihuano!’: cuentos para perder el centro

Libros | A fuego lento

Los relatos de Noé Israel Borja llegan hasta las entrañas de la violencia que desde hace varios años es protagonista de la nota roja en México.

Portada de '¡Ahí viene el marihuano!', de Noé Israel Borja. (Pungarihuato Editorial)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Nunca es tarde para abandonar la ciudad, aunque sea por una temporada, y dirigir la vista hacia esas tierras que ya comienzan a tomar la forma de un ruidoso cementerio. No importa si lo que vemos en ese más allá resulta igualmente fantasmal o aterrador. Hay que perder el centro, como sugieren los cuentos reunidos en ¡Ahí viene el marihuano! (Pungarihuato Editorial).

Noé Israel Borja solo tiene ojos para el estado de Guerrero y para esos seres que parecen venidos de otro mundo… o de un mundo en el que no hay otra ceremonia que la de contar a los muertos. Aunque concentrada en los hechos que alimentan a la nota roja, su visión es capaz de superar con creces el mero registro de la violencia convertida en prescripción social. Es cierto, ahí concurren la “mafia”, los “armados”, las procesiones de camionetas con vidrios polarizados, la maña alebrestada y envalentonada a punta de alcohol y cocaína, los “levantados” y desaparecidos, pero, sobre todo, ahí está un sentido transfigurador, no restaurador ni con ánimo curativo, de esa realidad exasperante. La clave está en la creación de atmósferas espectrales, pero no menos cercanas a nuestros temores cotidianos, cuyos elementos cruzan por encima o atraviesan la trama hasta borrar la frontera entre lo natural y lo sobrenatural. Pienso, por ejemplo, en el magnífico relato “Caballos locos”, una escenificación del terror que se manifiesta en la vuelta al estado salvaje de cinco caballos que roban el sueño de los habitantes de un pueblo tras perder a sus jinetes; o en “Chaneques”, en cuyos horizontes prosperan esos demonios “pequeños y envejecidos, a imagen humana”, capaces de precipitar la ruina de cualquier desventurado.

Una intuición sobrevive de la lectura de ¡Ahí viene el marihuano!: es posible trabajar el documento noticioso —es decir, las masacres ejecutadas a ritmo de tambora, las normas impuestas por el narcotráfico, la estulticia policiaca— como si fuera un relato imaginario, como si estuviera en juego la verosimilitud más que la verdad. Así nos libraríamos de todos esos libros tonificantes o regañones, ahora tan en boga.

Descentrarse, descolocarse, andar de revés: no son otras las lecciones de ¡Ahí viene el marihuano!

¡Ahí viene el marihuano!

Noé Israel Borja | Pungarihuato Editorial | México | 2021

AQ

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