Muerte y compañía

Café Madrid

La galardonada película ‘La habitación de al lado’ sirve como excusa a su realizador, Pedro Almodóvar, para esgrimir un discurso en favor de la compañía y la solidaridad como cualidades humanas.

Pedro Almodóvar con Julianne Moore y Tilda Swinton, protagonistas de 'La habitación de al lado'. (Especial)
Víctor Núñez Jaime
Madrid /

Durante los casi tres meses de rodaje de La habitación de al lado, Pedro Almodóvar y su equipo estuvieron acompañados por la muerte (“notábamos su rara pero balsámica presencia mientras avanzábamos”). Luego de un cuidadoso pero apresurado montaje, la película quedó lista y fue enviada al Festival Internacional de Cine de Venecia. El director y sus actores acudieron al estreno y cuando terminó la proyección recibieron una ovación de 17 minutos. Almodóvar volvió más que satisfecho a Madrid (“uno no se queda todo el festival porque no se sabe si te darán alguno de los premios del palmarés”) y un veterinario lo recibió con una triste noticia: su gato tenía cáncer y para evitarle sufrir lo mejor era “dormirlo”. El cineasta y su mascota se habían hecho compañía los últimos 14 años y ahora, al aceptar la recomendación médica, ambos parecían estar obligados a comprender la muerte y a tener que resignarse.

En eso estaba Pedro Almodóvar cuando sonó su teléfono. Le pedían que volviera a Venecia para recibir el León de Oro, uno de los galardones más prestigiosos de la industria cinematográfica. La actriz francesa Isabelle Huppert le entregó la estatuilla y él centró su discurso de agradecimiento en la muerte digna. “Sé que este derecho atenta contra cualquier religión que tenga a Dios como el que da y quita la vida. Pero yo les pediría a los practicantes de cualquier credo que respeten y no intervengan en decisiones individuales. El ser humano debe ser libre para vivir y para morir cuando la vida sea insufrible. Y acompañar a un enfermo terminal, saber estar a su lado, a veces sin decir una palabra, es una de las grandes cualidades que poseemos las personas”, dijo antes de ser ovacionado una vez más en el Lido veneciano. Con lágrimas en los ojos, el director manchego hablaba de la muerte y de la compañía, habla de las dos protagonistas de su galardonada película y también hablaba de su gato.

El recuerdo del viejo felino, llamado Pepito, para más señas, afloró el otro día, cuando Almodóvar presentó la edición definitiva del guion de La habitación de al lado (Reservoir Books). Estuvo acompañado por Alana S. Portero, mujer trans y autora del best seller La mala costumbre. Con el auditorio atiborrado, el hombre que fue uno de los protagonistas de “La Movida” madrileña y ahora peina unas canas alborotadas habló sobre el proceso de adaptación de una novela al cine, sobre el rodaje de su primera película en inglés y sobre la experiencia de dirigir a Tilda Swinton y Julianne Moore.

Yo primero leí la novela de Sigrid Nunez, Cuál es tu tormento, en la que está basada la cinta, luego fui al cine a ver el resultado y, finalmente, acudí a escuchar al director que, entre pregunta y pregunta, confirmó su infidelidad a la historia original. Dijo que la idea de hacer la película surgió al leer la parte en que la mujer enferma le pide a su amiga que la acompañe en su elegida eutanasia y que, a partir de ahí, impuso su punto de vista y su sensibilidad para tocar la importancia de la compañía y la solidaridad como cualidades humanas, así como la autonomía moral de la mujer. “Porque me pareció imposible llevar todo el trabajo de la novelista a la pantalla”, enfatizó el director, y entonces yo recordé lo sumamente literaria y teatral que me pareció La habitación de al lado. Pero él, cómo no, tenía preparada una explicación al respecto: “mis películas son cada vez más teatrales porque necesito emociones fuertes y una emoción fuerte casi siempre es teatral. Lo curioso es que escribo guiones pero no me atrevo a escribir obras de teatro. Un día me dieron ganas de hacer una y representarla sólo ante unas cinco o seis personas, pero luego me arrepentí”.

No hubo tiempo para hablar sobre las críticas que le han hecho desde el estreno de la cinta por incluir “escenas innecesarias” (sobre el pasado de la protagonista enferma: el incendio de una casa y su encuentro con una pareja de monjes en plena guerra de Irak) y por las alusiones a la reencarnación (la mujer enferma y la hija que le sobrevive son interpretadas por la misma actriz) y, sobre todo, por el sermón que un amigo de las dos mujeres da contra el neoliberalismo salvaje y contra los negacionistas del cambio climático. A mí también me parece que todo eso obstaculiza el avance de la historia pero, como él mismo dice, sus películas no son naturalistas y en cada una se empeña en “estilizar” el lenguaje y la realidad.

AQ

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.