‘Anatomía de una caída’: la decisión de la verdad

Cine

La cinta de Justine Triet indaga en la noche de un niño ciego que, en la lucha entre lo femenino y lo masculino, debe tomar una decisión.

Swann Arlaud y Sandra Hüller en 'Anatomía de una caída'. (Le Pacte)
Fernando Zamora
Ciudad de México /

Cuando no hay pruebas suficientes para decidir algo tan importante tienes que tomar una decisión, comenta la policía. El niño responde: ¿entonces tengo que inventar la verdad? No, contesta ella, tienes que tomar una decisión. Este diálogo que tiende puentes entre conceptos tan esquivos como verdad y libertad adquiere forma en una película que nos pone al borde del asiento.

Anatomía de una caída (disponible en cines) pertenece al tópico del misterio y es una de esas obras que invitan a reflexionar en torno a la frontera entre verdad última y verdad jurídica, esa con la que tenemos que contentarnos cuando sucede algo tan grave como un suicidio o un asesinato y existimos en este universo en que conviven (y nos confunden) el bien y el mal.

Anatomía de una caída ofrece además deleite a todos aquellos que aman las referencias. En el título ya adivinamos un guiño: la directora Justine Triet se asume parte de la tradición de Otto Preminger, el cineasta austrohúngaro que en Estados Unidos produjo esta joya del cine de abogados: Anatomía de un asesinato (disponible en Amazon). Resulta innegable que tanto la película de Preminger como la de Triet refieren al misterio que implica la procuración de justicia con esta palabra de sabor médico: anatomía. Y es que en efecto la investigación que implica a jueces, testigos y abogados en la resolución de un dilema que va a cambiar la vida de todos los implicados forma un misterioso cuerpo jurídico que permite, en la película de 1959, reflexionar a un hombre en torno al hecho extraño de que hombres y mujeres podamos acordar una serie de conceptos que nos rebasan, pero con los que tratamos de atisbar una realidad imposible de aprehender.

Al cuerpo jurídico que procura desentrañar la verdad refieren ambas películas, pero es necesario advertir que la obra de Triet no es una reinvención de la película de Preminger. Anatomía de una caída no adapta Anatomía de un asesinato, más bien juega con ella; como si Triet se enfrascara con Preminger en un amistoso duelo de jazz. Y el tema nació con el ser humano: ¿qué es la verdad? De ello habla quien inició el género en Occidente.

Para Edgar Allan Poe, en La carta robada, la verdad es algo tan evidente que nos rebasa y que somos incapaces de ver. Esta incapacidad se traduce en la película de Triet en un niño ciego que interpreta extraordinariamente Milo Machado. Y como de las otras maravillosas actuaciones de Anatomía de una caída se ha escrito ya tanto (de Sandra Hüller como la mujer acusada y de Swann Arlaud como el solitario jurista que está enamorado) centrémonos más bien en la ceguera que interpreta Machado. Es ella la que habla de la justicia que, sí, todos sabemos que se representa ciega, pero este hecho no debería relacionar la invidencia con la imparcialidad sino, más bien, con la incapacidad.

En la película de Otto Preminger la ceguera de la ley se resuelve cómicamente: los héroes entienden que han sido engañados. Con Triet la ceguera adquiere cuerpo en un niño que, llegado el clímax, enfrenta el tamaño de este concepto esquivo y pequeño como la carta robada: ¿cuál es la verdad de mis padres? Para llegar a saberlo no es necesario creer ciega y estúpidamente, más bien necesitamos decidir, hacernos cargo de nuestra condición y movernos en la oscuridad con la resolución de Octavio Paz cuando escribe, Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. La noche de un niño ciego que en la lucha entre lo femenino y lo masculino debe tomar una decisión.

Anatomía de una caída

Justine Triet | Francia | 2023
AQ

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