Quema de brujas: crítica a ‘Anna Thalberg’, de Eduardo Sangarcía

Libros | A fuego lento

La novela ganadora del Premio Mauricio Achar/ Literatura Random House 2020 ha empleado los ingredientes necesarios para corroborar lo que sabemos de sobra.

Portada de ‘Anna Thalberg’, de Eduardo Sangarcía. (Literatura Random House)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Si se trata de mostrar la perversidad de la Iglesia católica, y la estupidez de las almas simples que doblan el cuello frente a la arrogancia de sus ministros, nada mejor que desempolvar o cavilar un juicio por brujería montado por la Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición. La indignación no puede sino verse satisfecha. Eso es justamente lo que ofrece Anna Thalberg, Premio Mauricio Achar/ Literatura Random House 2020.

Eduardo Sangarcía ha empleado los ingredientes necesarios para corroborar lo que sabemos de sobra, a menos, por supuesto, que creamos en la infalibilidad y buena fe de los manuales que alertaban sobre la existencia de íncubos y súcubos, sobre escobas voladoras, aquelarres, machos cabríos desvirgando a un coro de doncellas en lo más profundo de un bosque… Ahí está el reparto de rigor: la joven e inocente campesina recluida en la torre de las torturas luego del falso testimonio de una vecina que maldice su juventud; el examinador, torvo y sulfúrico, que juzga el cuerpo femenino como la morada del demonio; el verdugo, “seguro de su arte y de sus instrumentos”; el confesor, un ciego perseguidor de “la verdad sin adornos ni florituras”; el obispo enjoyado que con el rabillo del ojo mira con temor el despunte de la reforma luterana, y la ciudadela que gobierna “sobre la sangre y el dolor de los desfavorecidos”. No hay manera de fallar el tiro; es decir, de obtener el aplauso inmediato de los lectores, sobre todo si algunos ya se dieron a la tarea de ajustar cuentas con el pasado, aunque este se remonte a los inicios del siglo XVI.

Así que no debería sorprendernos que todo en Anna Thalberg resulte previsible, comenzando por la presentación lineal de los hechos. ¿Qué puede esperar una mujer acusada de brujería y juzgada por un tropel de representantes del más odioso patriarcado? Si usted no sabe la respuesta es porque aún ignora que hay libros escritos (y más cuando se trata de premios jugosos) para complacer a la opinión en boga. Al diablo, pues, con la irónica y ambigua sabiduría de la novela que tanto celebra Milan Kundera.

Es cierto, como pregona Cristina Rivera Garza en la contraportada, que Anna Thalberg “reta al lector en múltiples niveles”. Eduardo Sangarcía toma algunos riesgos estilísticos, tuerce la forma horizontal de la lectura y aun consigue establecer un tiempo simultáneo para los varios cursos de los acontecimientos, pero la trama, el discurso anti, pro, dulzonamente buena onda, hace que me sienta engañado. O qué: ¿la literatura es mera cortesía, ganas de quedar bien con quienes encabezan las nuevas procesiones públicas?

Anna Thalberg

Eduardo Sangarcía | Literatura Random House | México | 2021


AQ

LAS MÁS VISTAS