La condición híbrida es cada vez más un sello de garantía de la narrativa mexicana. Se borran las fronteras entre géneros, priva un ánimo de experimentación, las formas tradicionales dan paso a mutantes omnívoros y ligeros. No es otra la condición de Arigatou goza-y-más (Elefanta Editorial). Pasa por una crónica (obtuvo, de hecho, el Premio Crónica Concurso del Libro Sonorense 2018) pero en su cuerpo hay lugar para la viñeta histórica, el haikú, el relato breve, el diario personal. A eso hay que agregar su exquisito carácter gráfico: las ilustraciones de Israel Urmeer son más que un soporte; son un cosmos en sí mismas.
Tokio es el epicentro de una escritura que se entrega con facilidad y en ocasiones se desdobla para ofrecer la imagen a un tiempo quieta y telúrica, colmada y vacía, de la cultura japonesa. Caminando por sus calles, por sus barrios inesperados, la corriente, escribe Fernanda Ballesteros Fernández, el río de gente, “sigue un respeto; reverencias; profundo desinterés. Somos demasiados en una soledad multiplicada”. Con esta intuición haciendo de guía, Arigatou goza-y-más va adquiriendo la consistencia de un paseo que atrae a un pasado inscrito en el presente y a un presente que fluye muchas veces al ritmo de sus tradiciones. Mientras tanto, la experiencia se traduce en movimientos breves, miniaturas que podrían imitar los trazos de un jardín zen.
Aunque el viajero ya iniciado eche de menos algunos momentos y lugares emblemáticos (una función de teatro Nō, los baños turcos, la zona donde la tecnología supera los más alocados sueños futuristas, los table dance a plena mañana), no deja de sorprender la capacidad de observación que Ballesteros ejerce y, con franca naturalidad, su iniciativa para contener esas observaciones dentro de la cáscara de una nuez: “Los creadores de la danza butoh se inspiraron en los moribundos arrastrándose tras la bomba de Hiroshima”.
Ballesteros y Urmeer me han traído de vuelta, como si fuera el sonido de una campana, un libro escrito en el siglo XIV, una colección de minucias del monje budista Kenko, quien construyó sus Ocurrencias de un ocioso mediante las notas y reflexiones que pegaba en las paredes de su casa.
Arigatou goza-y-más
Fernanda Ballesteros Fernández / Israel Urmeer | Elefanta | México | 2019
AQ