En ‘La Armada Invencible’, sobrevuela el ángel insumiso de la literatura

Libros | A fuego lento

La novela de Antonio Ortuño nos conduce de la euforia al desencanto y de ahí a la reanimación sexual.

Portada de ‘La Armada Invencible’, de Antonio Ortuño. (Seix Barral)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

No se trata solo de ese culto pagano que es el sonido metalero, ni de la amistad a pesar de los desaires; tampoco de la sensación de transitar por los cuarenta convertido en un espantajo calvo y aburrido, ni exclusivamente de la resurrección de todo aquello en lo que alguna vez creímos. Cuando sigamos hablando de La Armada Invencible (Seix Barral), y sin duda lo haremos, sobre nosotros, y sobre todas esas cosas, continuará sobrevolando el ángel insumiso de la literatura.

La Armada Invencible es el retrato de la exclusión enfundada en cuero negro y el de una generación que renegó de las baladitas azucaradas, los himnos agropecuarios y el pop teñido de rubio, para convertirse en oficiante incondicional de las ceremonias presididas por Black Sabbath, Metallica, Megadeth…, emisarios del Maligno y surtidores de blasfemias que escupían ríos de lava. A esa generación pertenecen los protagonistas —y comparsas— de esta novela: una banda metalera disuelta hace más de veinte años y en el trance de volver a la escena con muchos kilos y reveses de más. Aman y odian Guadalajara a partes iguales, y se saben los últimos ejemplares de una especie en peligro de extinción. Antonio Ortuño los vuelve entrañables, con las mismas dotes para el ridículo que para las pequeñas heroicidades cotidianas. Así que nada de distancia estética: decidió quererlos y no escapar a ninguno de ellos.

En La Armada Invencible hay múltiples encuentros y despedidas; es, como la música misma, una red ceñida de variaciones. Vamos de la euforia al desencanto y de ahí a la reanimación sexual para aterrizar de inmediato en la imagen deslucida ante el espejo. Hay pausas breves, momentos para recuperar el aliento, pero solo para volver a montarse en un ritmo paroxístico que retumba como el eco de todas las voces, baterías y guitarras postapocalípticas. Porque Ortuño ha dado con una escritura metalera para acompañar a sus personajes. Leemos como si fuéramos transportados a lomos de legiones de demonios rasgando la noche con sus invocaciones al final de los tiempos.

Sabemos, o nos da por saber, que en los mundos de la novela no hay leyes que valgan. Todo es libertad. A veces, sin embargo, solemos olvidarlo. Antonio Ortuño se ha empeñado en mantener la llama de esta sospecha fiel.

La Armada Invencible

Antonio Ortuño | Seix Barral | México | 2022

AQ

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