Andar en bicicleta es más que un pasatiempo, una disciplina deportiva, una necesidad laboral, un dogma de fin de semana o incluso una causa política. Es, como Rogelio Garza sugiere en Bicicletas y otras drogas (Salario del Miedo), una visión de mundo. Como proyección del temperamento nómada, brinda la perspectiva contemporánea más auténtica del viaje, del movimiento. Libera y, en honor a la dependencia, también encadena, porque la adicción no es sólo un asunto de popotes, jeringas o parches.
Si en Las bicicletas y sus dueños (2008) Rogelio Garza persiguió la relación entre pedalear y generar ideas, ahora se concentra en su propia experiencia, lo que termina proyectando una suerte de autobiografía. Mientras se aventura en dos ruedas, vuelve a sus primeros años en Satélite, la arcadia trunca del desarrollismo, y desde ahí se lanza a ritmo pausado hasta cubrir muchas de las etapas de su vida.
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La niñez y la juventud en bicicleta son los años del arrobamiento y la audacia, los del contagio placentero que no habría de quedar impune. La edad adulta carga consigo el deseo de experimentación y el descubrimiento de que la bicicleta semeja “un instrumento musical que se mueve con tu energía; hay que afinarla y ponerla al tiro antes de salir a dar un concierto con ritmo, melodía y armonía”. Así que no se trata sólo de bicicletas: a su lado corren las drogas y el rock, igual que compañeros de un equipo sin patrocinadores. Pueden ser Chacagua o Malinalco, la carretera a Cuernavaca o las calles de la Ciudad de México, Ámsterdam o Zúrich, no importa: inevitablemente concurren Grateful Dead o Black Sabbath o los Kinks, la mariguana o el hongo o la cocaína o el LSD.
En la era de los fundamentalismos y sus acólitos, la bicicleta se ha convertido en un estandarte de la intolerancia y el sectarismo. Es una marca de pedigrí y hasta botín de gobernantes y activistas ambientales. Ninguna de esas desviaciones está presente en las memorias felices de Rogelio Garza. Nunca egomaniacas, ni por asomo con el sonsonete de los predicadores, sin aires de superioridad, sorprenden porque, antes que las proezas urbanas o de montaña, terminan siendo una celebración de las caídas y fracturas y de lo poco que éstas valen cuando sólo se trata de prolongar el viaje.
Bicicletas y otras drogas
Rogelio Garza | El Salario del Miedo | México | 2020
SVS | ÁSS