Un plato de frijoles

Libros | A fuego lento

Con 'Bisturí', Rogelio Guedea produjo un entuerto sociológico, y nada más.

Portada de 'Bisturí', publicado por el FCE. (Cortesía)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Consideremos las frases siguientes: “mi madre me pidió de favor que fuera en su lugar”; “mi padre me indicó que de no tener inconveniente fuera a la farmacia a comprarle dos botellas de suero”; “mi madre nos dio la instrucción de que nos fuéramos a dormir”; “le indiqué a la recepcionista que si era tan amable de anunciarme con el doctor”; “mientras la observaba deglutir el pollo en salsa verde”; “le pregunté que si estaba aduciendo a regresarla al lugar de donde la había sacado”. Podrían pasar por la diligente manifestación de la prosa de un secretario de actas pero resulta que provienen de una obra presuntamente literaria: Bisturí (FCE), de Rogelio Guedea.

Así, mediante fórmulas de cortesía, la jerga de los expedientes judiciales y una confianza ingenua en el registro de trivialidades como trasunto de la vida, llegan hasta nosotros las tribulaciones de un joven aprendiz de músico, con privilegios y bien portado, que decide asesinar al médico a quien culpa de la muerte de su padre. Él mismo narra y se desgañita y tampoco pierde oportunidad para describir sus malestares físicos, tan irrelevantes como esas indicaciones geográficas con las que a menudo ensucia su relato.

Como la escritura, la trama encabalga un descuido tras otro. La venganza se resuelve con rapidez (por supuesto: con un bisturí abriendo el cuello del médico de dos tajos) y a otra cosa: el lamento por la inoperancia de las autoridades ministeriales, las bondades turísticas de Paracho y muchos tacos de carnitas y coca-colas. Llegados al punto en donde el qué y el cómo son dos espantajos ya solo queda sospechar que Bisturí puede llegar a ser (porque siempre hay que imaginar el peor de los mundos posibles) el evangelio de los talleres de escritura creativa que pregonan: “anímese, usted también puede escribir una novela”.

Si Rogelio Guedea quiso describir los mecanismos de la impunidad en México, y su estela de corruptelas, injusticias y violencia hogareña, si quiso únicamente levantar el dedo flamígero, no hay duda de que lo consiguió. Produjo un entuerto sociológico, y nada más. ¿O de qué hablamos cuando en las páginas finales de Bisturí presenciamos al protagonista confrontando a su madre luego de que a la mesa llega “mi porción de chilaquiles con mi ración respectiva de frijoles”?

Bisturí

Rogelio Guedea | Fondo de Cultura Económica | México | 2022


ÁSS

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