Sin aspavientos, sin ánimo de hacer creer que una denuncia judicial puede pasar por una pieza artística, sin lloriqueos ni golpes de pecho, Las biuty queens (Alfaguara, Madrid), inaccesible en México, es uno de esos libros (es decir, una de esas experiencias) cuyo encanto radica por igual en lo que dice y lo que calla.
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Iván Monalisa Ojeda, quien nació en Chile, vive en Nueva York y toma los escenarios para representar su condición transgénero, es capaz de convertir un funeral en una fiesta y una fiesta en un compendio de ironía y desfachatez. Tiene prohibido alzar el dedito flamígero y por eso los trece relatos de Las biuty queens conmueven por su valor literario: al diablo la militancia y su prosa anoréxica y su mal gusto.
Estamos en Nueva York, conducidos por una voz, la de Monalisa. Los escenarios van de una calle helada donde un travesti va tras un ligue o un cliente con esposa y tres hijos a las barras de los bares de malacrianza y de ahí a los picaderos de crack y cocaína. Ganarse la vida no es solo un asunto de transfiguración y ejercicios mecánicos de boca y garganta; es un trago amargo, quizá un vómito. Pero nunca es para tanto. Como en el relato que cierra, “El casamiento de Sabrina”, incluso una boda que se resuelve en un plantón termina convirtiéndose en un homenaje a la risa multicolor.
A la ironía, a la malicia con la que retrata a todas esas Deborah, Crystal, Manuel, Diana, Rayito, Lorena, Iván Monalisa Ojeda suma un desencanto que no aspira a la victimización sino a la insolencia como uno de los mejores remedios contra la noche sin dinero ni agradecimientos. En eso, en la ironía y sus compañeros de viaje, está la vocación de Las biuty queens. ¿Quién?, pregunta, ¿al final de la jornada, tras soltar los tacones luego de talonear por Harlem o Washington Heigths, no desearía montarse en el carro de un desconocido o curar el insomnio frente al televisor?
Las locas dominicanas, puertorriqueñas. salvadoreñas, colombianas, mexicanas, chilenas… no figuran como un pretexto sociológico ni como estandarte. Son seres vivos. Son boquitas pintadas y pagan la renta. Son, por encima de todo, reinas sin corona y de ahí nuestra simpatía. Por eso, y por la sobredosis de autoescarnio y la postura inconsecuente con la que Iván Monalisa Ojeda se planta frente a lo que significa ser transexual en donde sea, Las biuty queens es una revelación.
Las biuty queens
Iván Monalisa Ojeda | Alfaguara | España | 2019
AQ