Formas del espanto

Libros | A fuego lento

Nacida de la indignación y el pasmo, el horizonte de 'Las brujas de San Nicolás' es la literatura.

Portada de 'Las brujas de San Nicolás', de Guillermo Fajardo. (Almuzara)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Lo primero es el lenguaje: corre, brinca, trepa a los árboles, remonta la corriente. Lo segundo, y no menos relevante, es la creación de un mundo autónomo que obedece únicamente a la imaginación fecunda. Así de poderosa es Las brujas de San Nicolás (Almuzara), de Guillermo Fajardo. La novela, con todos sus grandes atributos literarios, responde a un hecho con los signos de una epidemia: “el secuestro irrestricto de niños en la sierra de Guerrero”. Cómo lo hace: invocando a las fuerzas sobrenaturales, tan legendarias como arraigadas en el inconsciente colectivo.

A dos voces —la de un niño con aires de reyezuelo de la comarca y la de un joven cronista suspendido entre la curiosidad y el terror—, asistimos a la fundación y caída de San Nicolás del Valle, un pueblo sin presencia en el mapa, al que no es fácil llegar y tampoco salir, una imagen del purgatorio y de la obediencia ciega a un orden impuesto por un grupo de matones y golpeadores de mujeres y, tiempo después, a una hermandad de ancianas que se alimentan de la sangre de los niños para prolongar la vida. Cualquier acto, cobardía o silencio tiene el tufo de la venganza.

San Nicolás es un microcosmos. Reproduce los usos institucionales de la violencia que iguala a víctimas y verdugos o simplemente los vuelve intercambiables: quienes ocupan los peldaños más bajos pueden ascender siempre y cuando manifiesten, y ejerzan, más, siempre más, rabia. Oculto tras gruesas capas de niebla y lluvia, coronado de riscos y envuelto por cerros inexpugnables, se ofrece generoso a los que intentan borrar su pasado. Por eso es el asiento ideal de los sacrificios humanos y de las brujas que en alguna hora fueron vulnerables. Guillermo Fajardo ha sabido presentarlo como un ser vivo cuya morbidez se extiende a sus habitantes, y lo ha hecho con un delicado sentido de la distancia. Nos conduce hacia el espanto y las muchas formas que toma, fabulosas o impulsadas por la costumbre.

Las brujas de San Nicolás no se ha escrito como un simulacro para exhibir el rostro beatífico de las proclamas sociales o bienaventuradas durante una rueda de prensa. No levanta el dedo sanitario que esgrimen los redentores. Nacida de la indignación y el pasmo, su horizonte es la literatura.

Las brujas de San Nicolás

Guillermo Fajardo | Almuzara | México | 2024

AQ

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