Una madre ausente que se ha convertido en un espejismo de la memoria, muerta al cabo de casi treinta años, es la figura sobre la cual se erige Caballo fantasma (Almadía), una novela tan dolorosa como deslumbrante. No hay más trama que los pensamientos y las notas sueltas que la narradora va acumulando para contrarrestar la soledad y la desidia profesional. Leemos y de nosotros se apodera la sensación de estar suspendidos en un presente que sólo mira hacia atrás.
Si algo sabe Karenina de su madre, además de un nombre y un lugar en el cementerio, es que amaba a los caballos. Así, mediante un desplazamiento, la ausencia se vuelca no hacia la estampa viva de ese animal de rumores guerreros y mitológicos sino hacia sus representaciones. La novela adquiere entonces la forma de una biblioteca donde conviven las experiencias personales y el arte de la glosa o de la cita.
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Este carácter híbrido hace de Caballo fantasma un artefacto mediante el cual la literatura termina declarándose la única materia capaz de producir literatura. Karina Sosa Castañeda invoca a Curzio Malaparte para referirse a la curiosidad infantil, a Chéjov para sugerir el tránsito del campo a la ciudad, a Von Humboldt para preguntarse por los misterios del mundo natural, a Leonora Carrington para confirmar los poderes de la muerte, a los cazadores de mitos para afirmar el valor de un héroe, a Tristan Tzara para llegar a Dada… y en cada invocación hay un caballo habitando una página.
Cada descubrimiento literario es un encuentro, cada encuentro es una despedida, y cada despedida trae de inmediato sus inesperadas consecuencias que a veces se disuelven en una tarde oaxaqueña o en una visita al hipódromo para conversar con un desconocido. Entretanto, hasta nosotros llega el eco de frases concebidas por el desamparo, bellas y escarpadas como una torre: “Nunca conoceré la nieve. Soy una campesina. Una campesina que sueña con caballos y con su madre muerta”.
Harto de las novelas inspiradas en la violencia criminal o en las cuentas bancarias de la clase política, y a la espera de los libros insufribles que sospecho traerá el paso del covid-19, abro de nuevo Caballo fantasma para repetir la ensoñación de sentirme feliz por un día.
Caballo fantasma
Karina Sosa Castañeda | Almadía | México | 2020
SVS | ÁSS