En unas cuantas páginas, Francisco Hinojosa ha dado vida a un personaje que concentra toda la patanería imaginable entre los ejemplares masculinos de México. No tenemos su nombre, pero lo conocemos por sus palabras. Y no es que sea soez o golpeador o ebrio de poder; es solo que está seguro de que el mundo entero debe girar a su alrededor. Ese personaje es el Terminator del narcisismo.
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Cartas a Dorothy (Almadía) es una noveleta epistolar, ceñida a dos protagonistas —el redactor y la destinataria de las cartas, una sobrecargo de Kansas— y un grupo pequeño de comparsas. Así de breve es también el tiempo que va del primer “Querida Dorothy” hasta el definitivo “Mi finada Dorothy”. Entretanto, la patanería va encarnándose en la figura de un senador —y poeta de bajos vuelos— que apenas y puede balbucear la Constitución y permanecer despierto durante las sesiones. Dice estar enamorado, pero no pierde oportunidad para crear un retrato muy desfavorable de Dorothy: no sabe cocinar, no hace sino bostezar, es inculta y cursi, tiene mal aliento y un padre republicano que abofetea a una pareja homosexual en el banquete de bodas.
No parece haber mala sangre, incluso notamos cierta ligereza, y, sin embargo, un desprecio soterrado termina por marcar un tono que se vuelve contra sí mismo. Es decir: leemos y no podemos sino reconocer la pericia de Francisco Hinojosa para obtener los más descabellados registros humorísticos: cuanto más procura el redactor pasar por un tipo sincero, siempre dispuesto a dar buenos consejos, más ridículamente minúsculo se vuelve a nuestros ojos (“No sé por qué estabas tan furiosa ayer. […] Y todo porque te dije que me gustaban los pechos de Sandrita, mi secretaria en el Senado. […] Solo fue un comentario inocente, de alguien que sabe apreciar tanto los atributos humanos como el arte”).
Francisco Hinojosa ha llegado a esa personificación recurriendo, no a la arenga contra la autosuficiencia del machismo, sino a la ironía. Antes que pontificar, observa hasta dar con el caracter, ese y no otro, como lo concebían los sabios moralistas franceses. Eso significa que la literatura, que busca interpretar a su tiempo sirviéndose de la imaginación y el lenguaje, perdura más que cualquier desplante.
Cartas a Dorothy
Francisco Hinojosa | Almadía | México, 2024