Deseo carnal y tres de azúcar

Libros | A fuego lento

En 'Cielo Cruel', Maritza M. Buendía entrelaza los destinos de cuatro generaciones de mujeres para hablar de los prejuicios alrededor de la sexualidad.

Portada de 'Cielo Cruel', de Maritza M. Buendía. (Alfaguara)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Todo en Cielo Cruel (Alfaguara) remite a un orden sensorial que se mueve entre la consagración del deseo carnal y los goces minúsculos que aderezan la rutina familiar. De modo que hay suficientes encuentros sexuales como para saciar la curiosidad de un púber ardiente y abundantes descripciones anatómicas con el aparente propósito de mostrar el cuerpo como un circo de varias pistas.

Cuatro mujeres en cuatro tiempos ponen al descubierto algunos de los rituales del deseo: Longina, la bisabuela; Belén, la abuela; Gloria, la madre; Mar, la más joven. De los últimos años del porfiriato a la era de las redes sociales, Maritza M. Buendía establece el temperamento de todas ellas, apenas con unas pequeñas gradaciones: no el de la sumisión sino el que se revuelve contra la culpa o los prejuicios sociales. Vamos del pasado cercano al pasado lejano y de ahí al presente y otra vez en reversa hasta crear la sospecha de que esos cuatro destinos son uno solo.

Se trata entonces del deseo y Maritza M. Buendía está convencida de que debe narrarse con la prosa calificada de poética: una serie de florituras impresionistas que apenas dan cuenta de la realidad interior y exterior pero suenan muy bonito. Hablo de merengue para los oídos: “Si no nos enamoramos nos convertimos en asesinos de símbolos. Negarse al amor es una manera de pisotear el derecho a la vida”. Abundan estos llamados a la comunión entre cuerpo y pensamiento pero quién puede tomarse en serio un deseo que se manifiesta con dos vasos de Coca Cola (el lubricante que acompaña las suertes lésbicas de Gloria, la madre, y su mejor amiga en la cocina de su casa mientras los niños juegan en la recámara).

Hay un momento en que la narradora invoca a Belén, la abuela, y un recuerdo de la campaña alfabetizadora de Vasconcelos: un grupo de hombres a caballo mutila los senos de una maestra “socialista” y los cuelga en dos huizaches. Es un recuerdo estremecedor. Unas páginas después, la narradora vuelve a la carga con un empalagoso “Los ojos se miran. Las bocas sonríen. Los cuerpos se acercan”. Resulta de lo más descorazonador. Cielo Cruel ignora por completo que la auténtica comunión, la que celebran el estilo y el contenido, representa el más alto anhelo literario.

Cielo Cruel

Maritza M. Buendía | Alfaguara | México | 2023

AQ

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