Cien años de soledad (Sudamericana, 1967) de Gabriel García Márquez, la novela más leída de nuestro idioma, ha sido adaptada para una serie de dieciséis capítulos, cada uno de alrededor de una hora, en los que, para las autoras del guion, lo más importante era contar las historias de sus casi cincuenta personajes que abarcan siete generaciones de la familia Buendía. Producida por Netflix y Dynamo, junto a Rodrigo y Gonzalo García Barcha, hijos de García Márquez, y adaptada por un equipo de guionistas liderado por las colombianas Natalia Santa, jefa de escritores, y Camila Brugés, la serie se transmitirá internacionalmente a partir del 11 de diciembre.
En entrevista por Zoom, Natalia y Camila hablan de los desafíos de llevar a la pantalla chica ese “vallenato de 500 páginas” que García Márquez escribió en México entre 1965 y 1966, negándose siempre a autorizar su adaptación cinematográfica a pesar de ser él mismo guionista, de fundar en Cuba la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños y de permitir adaptaciones de obras como La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada (Ruy Guerra, 1983), El coronel no tiene quien le escriba (Arturo Ripstein, 1999), El amor en los tiempos del cólera (Ronald Harwood, 2007) y de su última obra publicada en vida, Memoria de mis putas tristes (Henning Carlsen, 2011).
Natalia Santa, primera colombiana en participar en Festival de Cannes con su ópera prima La defensa del dragón (2016) y directora de Malta (2023), su segundo largometraje, responde a la pregunta sobre qué ventajas representó hacer una serie sobre la emblemática novela del Nobel colombiano en vez de una película. “Al tener un formato largo de dieciséis episodios de una hora, tenemos más libertad para tomar los hechos de la novela. Hay muchos personajes, conflictos, temas que se tratan en Cien años de soledad. Y tener dieciocho, dieciséis horas para contarlo, es una ventaja. García Márquez manifestó que sentía que la novela no cabía en una película. Con tres horas no quedaba espacio para todo lo que cuenta. Esa es la primera ventaja de hacerla en una serie”.
Cien años de soledad comienza con José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, quienes luego de casarse en contra de la voluntad de sus padres por ser primos, dejan atrás su pueblo y emprenden un largo viaje en busca de un nuevo hogar, acompañados por amigos y aventureros. Así fundan Macondo, el mítico escenario donde generaciones de los Buendía, atormentadas por la locura, los amores imposibles, una guerra sangrienta y absurda, y el miedo a una maldición que las condenará, sin esperanza alguna, a cien años de soledad, marcarán su devenir.
Camila Brugés, quien también ha participado en las adaptaciones de las novelas Diez mujeres, de Marcela Serrano, y Será larga la noche, de Santiago Gamboa, explica cómo el equipo de guionistas asumió el reto de trabajar con la estructura de Cien años de soledad. “Primero, desligándonos de esa forma de usar el tiempo de Gabo en la novela, de ir y venir, una forma que funciona bien en la novela, pero que, a la hora de adaptarla, presentaba una complejidad que no iba en función de lo que nos interesaba. Lo importante era contar qué le pasa a cada uno de los personajes. Y abordarlo con una mirada que sacara a la luz temas que ya estaban en la novela, como una reflexión acerca del impacto de la guerra, de la política en ese pueblo mítico, lo que genera vivir en torno al miedo frente a un tabú, la imposibilidad de amar”.
El equipo de adaptadores está integrado por Natalia y Camila, además de José Rivera y Albatros González, con la consultoría de guiones de María Camila Arias.“Tuvimos que tomar una decisión como equipo, no intentar copiar a Gabo en ese ir y venir, sino decir: si lo importante es contar las historias, entonces debemos ponerlas en forma cronológica y hablar de la circularidad del tiempo desde lo conceptual y desde la profundidad de los personajes, pero no en la narración por sí misma”, agrega Brugés.
Son siete generaciones de los Buendía, casi cincuenta personajes en toda la novela. ¿Están todos?
Natalia Santa: Están todos los que tienen un peso dramático importante. Están todos los miembros de la familia Buendía. Están todos los personajes que dejaron una recordación importante en los lectores. Y tal vez en lo que se siente que también está en el libro es en el peso a nivel dramático. Hay personajes sobre los que hay mucha más historia, hay hechos y conflictos y otros en los que no tanto.
¿Cuál fue el personaje que como guionistas les representó más dificultades para encarnar?
Camila Brugés: Los grandes personajes tienen tantas participaciones y están tan bien descritos que fue muy fácil hacer al Coronel, a Úrsula, a José Arcadio Buendía, a Arcadio. Había dificultades de los que no se hablaba tanto. Por ejemplo, Remedios la Bella es un personaje que la audiencia recuerda, pero, si ves, aparte del hecho de que los hombres que se le acercan [para hacerle el amor] mueren y que luego asciende a los cielos, no hay una construcción como personaje, no tiene un arco tan grande. La dificultad estaba en armar ese arco para llevarla a sendero y que tuviera sentido.
El tiempo es el gran personaje de la novela. ¿Cómo lidiaron con él para que siguiera representado en cada uno de los dieciséis capítulos de la serie?
NS: De las primeras discusiones que tuvimos cuando entramos con María Camila Arias, fue la de la temporalidad, el tiempo, incluso como concepto, porque son cien años de historia, que a la mitad de la novela empieza a escribir Melquiades, quien toma la historia de la familia Buendía desde el inicio y luego hacia el futuro. Pero el libro que escribe Melquiades en sánscrito se descifra al final de la novela, por el penúltimo de los Aurelianos, Aureliano Babilonia, quien logra descifrar la historia antigua y entender que el libro es la historia de la familia Buendía. Y lo que entiende es que Melquiades lo escribió de manera que todo sucedía en un tiempo simultáneo.
Y aparte está el tiempo de los nombres y las situaciones y los temas que se repiten cíclicamente, los pecados, las obsesiones, las locuras... Hay muchos niveles conceptuales, narrativos, prácticos, en los que se maneja el tiempo. Y nosotras queríamos que, si bien la historia se cuenta de manera lineal, para que pudiera entenderse más fácilmente, también queríamos que se viera esta circularidad y simultaneidad del tiempo.
Decidieron un inicio muy diferente al de la novela.
NS: Una de las razones por las cuales la serie empieza como empieza, con el final, es por eso, porque todo está sucediendo al mismo tiempo, en los tiempos simultáneos en los que Melquiades escribe el relato, que está sucediendo una y otra vez. A lo largo de la escritura de los episodios, imaginamos situaciones que se repiten; queríamos darle visualmente énfasis a espacios o conflictos o conversaciones que parece que ya pasaron o pasaron de generación en generación. Y poner el énfasis en la circularidad, en la repetición y simultaneidad.
El comienzo de la novela, como el del Quijote o el de Pedro Páramo, es uno de los más famosos de la literatura. ¿Por qué lo cambiaron?
CB: Hicimos una serie pensando en los fanáticos de la novela, pero igualmente en los que no la conocen, y que correspondiera a las convenciones de la narrativa serial. Es bastante común como herramienta hacer estos avances hacia el futuro, como una provocación, como diciendo: mira lo feo que se va a poner este asunto. Y dejando algunas interrogantes. ¿Quién es el que está leyendo? ¿Quién es la persona que está muerta en esa cama? ¿Por qué aparecen unas hormigas? Lo que hace ese inicio es dejarte unas interrogantes, que esperamos que el espectador, el lector o el que no ha leído la novela, quiera seguir para responder esas preguntas. También creemos que nos situaba en una atmósfera de tono interesante. Nos gustaba que tuviera una característica y una gravedad y una oscuridad. Porque la novela no es solo magia y momentos brillantes, sino también barbarie, crueldad, violencia.
Cuando sales de ese teaser, de ese call opening, llegas a ese inicio genial de Cien años de soledad. Honrando ese gran inicio de la novela, el material promocional de la serie está hecho sobre esa voz, sobre esa primera frase que es una genialidad. Pero, extendiéndome un poco más allá de tu pregunta frente al inicio, hubo un momento en el que tuvimos que tomar la determinación de no hacer esto para darle gusto a los lectores, sino intentar ser fieles a traducir el espíritu de la novela. Y en la medida en que le seamos fieles a ese objetivo, quizás honremos lo que los lectores sintieron al leerla. Dejemos esa preocupación a un lado y de esa forma vamos a estar más libres.
La novela tiene muy pocos diálogos. ¿Qué retos implicó reconstruir ese universo literario en uno audiovisual?
CB: Implicó escoger, por un lado, de qué manera podemos conservar el uso del lenguaje y para nosotras fue muy claro que el narrador era esa herramienta que podía darle el tono y el lenguaje que usaba Gabo. Como dices, la novela tiene muy pocos diálogos, pero esos diálogos nos daban pistas para construir la forma de hablar de los personajes. Por otro lado, el narrador cuenta muchas cosas que los personajes dijeron, que, aunque no están en forma de diálogo, se dice: “Amaranta le dijo a Rebeca”.
En la forma en que escribe, Gabo ya está usando una musicalidad, una sonoridad, un lenguaje específico. Así que transformamos algunas partes de la novela, que son del narrador, y las pusimos en forma de diálogo. De esas dos maneras, tratamos de conservar la voz de Gabo. Pero también entendemos que, en el proceso de adaptación, lo que le entregas al mundo es otro medio.
Cien años de soledad es la novela más representativa del llamado realismo mágico. En las decisiones que tomaron, ¿sacrificaron realismo o magia en la adaptación?
NS: Te voy a contestar con mi experiencia de leer Cien años de soledad. Cuando la leí por primera vez encontré un mundo mítico, un universo de génesis fundacional, el mundo tan reciente que todavía hay que nombrarlo. Por supuesto, la magia, estar en un lugar donde lo normal y lo paranormal, lo cotidiano y lo extraordinario, conviven en igual medida. Lo extraordinario es parte de la normalidad de ese mundo. Y esa fue mi primera lectura, ese universo mítico. Cuando la leí treinta años después para la adaptación, me encontré maravillada por la precisión con la que García Márquez retrata una realidad colombiana, atravesada por la violencia, pero también con unas tradiciones y una idiosincrasia particulares. Ese peso de la realidad, de hechos históricos, de cómo somos como nación y pueblo latinoamericano, me desconcertó. Como decía Camila, ¿cuáles son las prioridades para contar? Hay, por supuesto, una magia y una serie de sucesos extraordinarios, pero, por absurdos que sean, están contenidos dentro de una cotidianidad y un peso muy fuerte de la realidad. No teníamos sino que seguir el flujo de los acontecimientos de la novela para que se diera ese balanceen el que lo extraordinario no es fantasía Disney, sino el mundo del mito y de las historias en el que viven muchos pueblos del Caribe, de sus ruinas e idiosincrasia, porque eso mismo contaba Gabriel García Márquez. Estas eran las historias de mi abuela, eran parte del universo en el que yo vivía, no era algo ajeno ni extraordinario. Así abordamos a nivel visual y estético ese realismo mágico.
‘Cien años de soledad’, la serie
La serie se transmitirá por Netflix en dieciséis episodios, a partir del 11 de diciembre, dividida en dos partes de ocho capítulos .De la primera se repartieron la dirección el cineasta argentino Alex García López (episodios 1, 2, 3, 7 y 8) y su colega colombiana Laura Mora (4, 5 y 6), directora de películas como 'Matar a Jesús' (2017) y 'Los reyes del mundo' (2022), con la que ganó la Concha de Oro en el Festival de Cine de San Sebastián. El diseño de la producción, grabada en Colombia, en los departamentos de Guajira, Magdalena, César, Cundinamarca y Tolima, estuvo a cargo de los mexicanos Eugenio Caballero, ganador del Oscar en 2007 por Mejor dirección artística, por 'El laberinto del fauno' (Guillermo del Toro, 2006), y Bárbara Enríquez, colaboradora en filmes como 'Roma' (Alfonso Cuarón, 2018).
AQ