En el estado de Sajonia-Anhalt subyace la semilla germinal de dos de los movimientos intelectuales más controvertidos en la historia alemana: la Reforma protestante de Martín Lutero y la fundación de la Staadtliches Bauhaus (Casa de la construcción estatal), la escuela de artesanía, arte, diseño y arquitectura más influyente del siglo XX.
Este punto geográfico fue el laboratorio de gestación del Movimiento moderno, cuyas tendencias transformaron la fisonomía urbana a través del llamado Racionalismo arquitectónico, lenguaje que dotó de nuevo significado a la arquitectura e influyó en otros campos: artes plásticas, literatura, música, cine, teatro, danza, fotografía.
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La Bauhaus está asociada al nombre de destacados arquitectos, artistas, artesanos y diseñadores: Walter Gropius, Hannes Meyer, Ludwig Miës van der Rohe, Oskar Schlemmer, Wassily Kandinsky, Paul Klee. Floreció en el periodo de entreguerras (1919-1933) y emergió como un método de recuperación del espíritu. En su efecto político devino una expresión, una reacción a los duros antagonismos sociales.
Con subsidio gubernamental, estableció su primera sede en Weimar (1919-1923), luego se trasladó a Dessau (1923-1932). Su último año, 1933, en Berlín, es recordado como el más convulso, turbulento y hostil. Radiante en ideas pero demasiado crítica, se convirtió en la institución incómoda, la piedra en el zapato que Hitler debía sacar. Su condición de artista frustrado y una nutrida matrícula de estudiantes y profesores sionistas lo llevaron a tacharla de projudía, socialista, generadora de arte decadente y bolchevique, por lo que ordenó retirarle la ayuda financiera y el 11 abril de 1933 los nazis la clausuraron.
Inspiración idealista-expresionista
Deconstruir el futuro, intentar acallar el ruido de la modernidad mediante un reordenamiento interior y replantear la realidad frente a una era de creciente industrialización en Europa fueron las misiones de un grupo de artistas visionarios de un movimiento cultural capaz de anteponerse al progreso tecnológico, a la masificación y la producción en serie. Su intención era conferir un sentido más ordenado a la rápida evolución del mundo.
Su principal impulsor, el arquitecto Walter Gropius, entonces director de la Escuela de Bellas Artes de Weimar, propuso en el manifiesto de fundación llevar a cabo una renovación radical de la cultura y la sociedad, reformar la enseñanza de las artes y transformar a la sociedad burguesa. Unió el genio creativo de arquitectos, escultores y pintores, los alentó a volver al trabajo manual, retomar el oficio. Bajo esa visión unificadora, se lanzó en pos de una “arquitectura del porvenir”, cuyos objetivos técnicos tomaron como eje rector su reconocido principio: “La forma sigue a la función”.
Como estrategia, recurrió a un método distinto al de las escuelas de arte convencionales: optó por maestros y aprendices en lugar de profesores y alumnos. Más que enseñar, el enfoque era transmitir la experiencia de la creación artística; pensar el arte, antes de crearlo. Así nació el arte con propósito, que exigía de sus creadores desplegar una suerte de inteligencia kinestésica.
El primer artista en unirse a este centro de estudios fue el pintor suizo Johannes Itten. De influencia dadaísta, su sistema consistía en no introducir el conocimiento en los estudiantes, sino en sacar de ellos lo que llevaban dentro. Su práctica de la filosofía Mazdaznan (ciencia del pensamiento de Dios) impregnó el espíritu de aquellos jóvenes que, siendo relativamente pobres, empiezan a compartirlo todo: alimentos, cigarros, alcohol, diversión, ideas. Reflexionan sobre los mismos problemas, se vuelven vegetarianos, visten atuendos a la usanza china e india, abrazan con entusiasmo las filosofías orientales, forman comunas, reaccionan en contra de la guerra y emprenden un camino de vuelta a la naturaleza.
En contraparte, se sienten muy atraídos por el progreso, las maravillas de la tecnología y la invención, por el entorno urbano. Gropius, descontento con este peculiar rumbo por el que Itten hace transitar a los jóvenes, le solicita su renuncia en 1922. Enseguida pide a Wassily Kandinsky, Paul Klee y Theo van Doesburg unirse al proyecto.
Básicamente, las aportaciones teóricas de Kandinsky y Klee salvaguardan la noción de libertad creadora individual. Kandinsky (pintura mural) establece una vanguardia que se debate entre el arte emocional y el arte espiritual. Paul Klee (teoría del color) propone emprender un viaje al país de la mejor inteligencia de las cosas, hacer que el arte se sienta bien en todas partes. Van Doesburg, guía espiritual del movimiento De Stijl (de influencia cubista y abstracción geométrica), establece no solo como exigencia estética, sino como principio filosófico, la eliminación de lo real y lo visible, lo que resulta en el estilo Bauhaus que todo el mundo identifica: líneas rectas, simplicidad, eficacia.
Seguros de que el mundo necesitaba sustituir la ornamentación innecesaria por la simplicidad y la pureza de la geometría, los pensadores de la Bauhaus se enfocan en la búsqueda de lo fundamental y deciden retomar las formas básicas, los colores elementales. Instalan conceptos sobrios que transmiten serenidad; sacrifican los adornos y en su lugar aplican el concepto de “monotonía funcional“.
Un arte racional
La modernidad puso a disposición de la nueva arquitectura nuevos materiales industriales (vidrio plano, hormigón armado, acero laminado, acero tubular) que fueron probados en la fabricación de todo tipo de objetos: lámparas, sillas, mesas, escritorios, juguetes, señalización vial, vidrieras, alfombras, joyas. Por primera vez, estos materiales son trabajados de un modo racional: se evalúan sus propiedades técnicas, como resistencia, elasticidad y rigidez. Cada pieza es creada a partir de la relación entre el número áureo y otras proporciones, de la velocidad, dirección de desplazamiento de la luz, de los contrastes, de la ilusión óptica. Producen la resistencia partiendo de principios geométricos y logran vencer las leyes de la gravedad y el equilibrio.
Gropius era consciente de que sería cuestionado por el gobierno alemán debido a esta nueva forma de enseñanza. Hubo que hacer a un lado la inspiración, ponerse a producir y a vender para ser autosuficientes. Sin perder la esencia, los artistas produjeron y comercializaron sus creaciones como objetos de consumo accesibles al público, aunque lejos estaban de elaborar proyectos para modas efímeras.
En Alemania había comenzado una etapa de experimentación, la era de un arte concentrado en crear una forma de vida alternativa que abarcara todos los ámbitos de la vida cotidiana, “desde la página que está usted leyendo hasta la silla en la que se sienta“ (Heinrich von Eckardt). El gobierno, apenas impresionado, exigió a Gropius mostrar los progresos de la Bauhaus.
La primera gran exposición se llevó a cabo en Weimar de julio a septiembre de 1923. Desde el póster, diseñado por Joost Schmidt, hasta la casa modelo que presentaron, con un novedoso concepto de distribución interior y la primera cocina moderna, con amplias superficies de trabajo lisas y fáciles de limpiar y dotada de los más avanzados aparatos eléctricos, sentaron el precedente de la radical transformación que los productos comenzarían a tener en su apariencia. La exposición no obtuvo el éxito económico esperado, pero a cambio generó un impacto de dimensiones históricas insospechadas.
Presionado por el gobierno y de pronto también por los artesanos locales, que no alcanzaban a comprender la naturaleza de esos “raros objetos“ salidos de aquella escuela cosmopolita, Gropius anuncia en marzo de 1925 el cierre de la escuela. Sin embargo, en una jugada maestra, organiza su traslado a Dessau y la fusiona con la Escuela de Artes y Oficios de esa ciudad. La Bauhaus comienza una segunda etapa, ya sin Gropius, quien, abatido por el escaso presupuesto, la hostilidad externa y una lamentable batalla de egos dentro de la Bauhaus, opta por dimitir.
Sustituido por Hannes Meyer, la escuela emprende su periodo más prolífico. A él se unen Herbert Bayer y László Moholy-Nagy, responsables de introducir en 1923 la fotografía como medio de expresión artística. Alumno destacado en el área de la publicidad, Bayer diseña un nuevo estilo tipográfico, el Architype Bayer, que prescinde de mayúsculas y serifas y sigue una forma geométrica. La nueva tipografía revoluciona las artes gráficas. Desde entonces, estaría conectada con las características de claridad, concisión y precisión, lo cual dio dinamismo al mensaje de los anuncios publicitarios.
Palabras de Walter Gropius en 1919
Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volver a la artesanía, pues no existe un arte como profesión. No existe ninguna diferencia esencial entre el artista y el artesano. El artista es un perfeccionamiento del artesano. La gracia del cielo hace que, en raros momentos de inspiración, ajenos a su voluntad, el arte nazca inconscientemente de la obra de su mano, pero la base de un buen trabajo de artesano es indispensable para todo artista. Allí se encuentra la fuente primera de la imaginación creadora.
Bau100
Con motivo del centenario de la Bauhaus, en Sajonia-Anhalt se ha desplegado la campaña Moderndenken (Pensamiento moderno), inspirada en la actitud intelectual de los pioneros de la modernidad. A partir de este abril, con la instalación Lugares invisibles, exhibida en el espacio urbano de Dessau, se oficializará su nombramiento como ciudad de arquitectura Bauhaus. También se ha anunciado la construcción de tres museos: uno en Weimar, otro en Berlín y un tercero en Dessau, que será inaugurado el 8 de septiembre.
No obstante, este aniversario ha despertado cierta codicia que fue puesta al descubierto por el diputado de izquierda Herard Petzold, al hacer un llamado desde la tribuna del Congreso a los integrantes del SPD y la Gran Coalición (CDU/ CSU) para dejar de reclamar este aniversario como propio:
"El patrimonio cultural de la Bauhaus no debe ser apropiado por nadie. No pertenece únicamente al estado de Sajonia, pertenece a todo el pueblo alemán".
El legislador exhortó a reconocer y apreciar no sólo la figura de Gropius y de Miës van der Rohe, sino también la de Hannes Meyer, cuyas ideas y edificios fueron silenciados durante años y están casi olvidados.
"Tal vez esto tenga que ver con el hecho de que al convencido socialista Meyer se le ocurrió emitir un eslogan nada favorecedor para las grandes firmas: ‘Las necesidades de la gente, en lugar de lujos‘. Cuando pienso en los costosos iphones que nos obligan a comprar y en el hecho de vivir una etapa en la que el individualismo se ha convertido en el grial de la convivencia social, entiendo que volvemos a llegar a un punto en el que debemos repensar el mundo, replantearnos hacia dónde queremos dirigirnos como humanidad".
Perfiles
En corto.Walter Gropius
En corto.Johannes Itten
En corto.Mies van der Rohe
ÁSS