Ya fue tras los restos mentales de su hermano, ya fue tras las vidas en claroscuro de sus padres, ahora Rafael Pérez Gay va tras su niñez y su primera juventud, una secuencia de aprendizajes y mudanzas. Eso es Todo lo de cristal (Seix Barral): una invocación de la memoria, siempre engañosa, siempre lisonjera, la decisión de poner por escrito algunos recuerdos vagos.
Así que Rafael Pérez Gay se lanza en busca del niño y el adolescente. ¿Qué encuentra en el camino? Unas veces lo que desea y otras lo que se abalanza como un ladrón. La visión dominante es la de una familia perseguida por los acreedores, huyendo de noche después de envolver en papel todos los objetos de cristal. Esa danza de gitanos es también el caramelo con el cual el niño obtiene más alegrías que decepciones. Porque mudar supone un mundo nuevo que promete experiencias inéditas.
Como si fuera una amante empeñosa, la Condesa, y sus antiguos camellones y sus palmeras extintas, es el destino habitual. Recorremos aquella colonia de las décadas de 1960 y 1970 mientras el niño va descubriendo los secretos mejor guardados de las calles y los parques. La vida pasa a ritmo semilento, igual que pasaba en los estadios de futbol, lo mismo en una azotea que en un departamento alumbrado únicamente por la luz de unas velas. Y lo más asombroso: arropado solo por un sinfín de carencias, ese niño parece contentarse con lo poco que tiene a la mano, incluso la ira y los abismos emocionales del padre.
Porque lo que hay que tener en cuenta es que quien recuerda —es decir, quien escribe— es el mismo Rafael Pérez Gay al que podríamos encontrarnos sentado a una mesa, el que se dice próximo a su invierno. Es él quien modela el pasado, no a su imagen y semejanza sino a la que dictan los espejismos de la memoria. Pero contra las apariencias, Todo lo de cristal se asienta en el presente. No hay una taza de té haciendo sonar las campanas de Combray; la iluminación proviene del encuentro con las oficinas de Mudanzas Chapultepec, el obturador que hace posible rebobinar la vida hasta los años en que el Eje Central llevaba el nombre de San Juan de Letrán, los cines parecían trasatlánticos y el tiempo no se percibía aún como una cadena de derrotas por goliza.
Todo lo de cristal
Rafael Pérez Gay | Seix Barral | México | 2023
AQ