Hedor exterior

A fuego lento | Libros

Víctor Santana, autor de '¡Cucarachas!', no sabe distinguir entre la parodia y el pastelazo.

Portada de '¡Cucarachas!', de Víctor Santana. (Nitro/ Press)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Hay varias maneras de huir del realismo. Exacerbar la realidad hasta crear una imagen distorsionada de ella es una opción. Otra consiste en reconocer esos momentos en los cuales, como diría Juan José Millás, la irrealidad se cuela detrás de la realidad. ¿Pero emplazar a milicias de cucarachas extraterrestres que llegan a Mazatlán provenientes del planeta Gortinga para surtirse de cocaína mientras dos bandas de narcotraficantes zanjan sus diferencias a sangre, corridos y fuego? Eso, el nudo argumental de ¡Cucarachas! (Nitro/ Press), la novela de Víctor Santana, no es más que una insignificante gracejada…

…Y del peor gusto. Víctor Santana no sabe distinguir entre la parodia y el pastelazo. Provistas con una fotocopiadora, las cucarachas se instalan en un departamento para falsificar billetes de 20 dólares sin el menor cuidado. No quieren desestabilizar la economía sinaloense (solo eso faltaba) sino asegurar nuevas entregas de cocaína. Son disciplinadas y “sofisticadas” y obedecen a un alto mando que habita un traje humano y termina ¡seduciendo a la reina de la plaza!

En este punto, el lector tiene derecho a desconfiar de todo lo anterior. Si siente ese cosquilleo, lo invitó a leer las últimas treinta páginas de ¡Cucarachas!: un comando de drones se enfrenta a cinco sicarios armados apenas con una manguera. Presenciamos la consabida parafernalia explosiva, algunas piruetas y muchas alabanzas a la capacidad militar de los habitantes de Gortinga, que tan solo transportan medio kilo de cocaína. “¿Estamos listos para irnos a la chingada de este planeta de mierda?”, leemos por ahí.

La frivolidad que exhibe —y de la que se jacta— ¡Cucarachas! no debe tomarse a la ligera. Con impúdica alegría, circulan productos concebidos para alentar la estulticia y el olvido de la literatura. Si se presentaran como meras piezas de entretenimiento, no pasarían de ser inofensivas, otra golosina barata. La trastada fraudulenta se revela cuando muchos de esos productos, como la cucaracha vistiendo un traje humano, presumen una inmerecida dignidad literaria. Provienen de otro mundo: el de la risotada, o el piquete de ombligo, proyectados para el consumo de un grupito de amigos y cómplices de la miseria intelectual.

¡Cucarachas!

Víctor Santana | Nitro/ Press | México | 2023

AQ

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