Cuidado con el Tiberio, nuestro perro. Es sencillamente encantador, no ha visto usted a uno más simpático y hermoso. Por lo mismo, es muy probable que se enamore de él; lo acariciará, el perro le hará fiestas y lo deleitará con su mejor repertorio de gracias. Cuando se lo quiera llevar pues ya no puede vivir sin él, Tiberio le dará la espalda, la mirada fría, y regresará con nosotros. Nunca más lo volverá a ver; su corazón quedará hecho trizas, peor que si nuestro perrito le hubiera enterrado los colmillos. Así que cuidado.
El canario del restaurant interpretará hoy el siguiente repertorio:
– Sinfonía Clásica de Serguéi Prokofiev, opus 25.
– “Los pinos de Roma”, Ottorino Resphigi.
No piensa cantar a Vivaldi para alegrarle el desayuno a nadie; al mediodía interrumpirá para comer alpiste. A quienes preguntan por el canario del domingo se les informa que el Concierto para violín número 1 de Paganini lo mandó al hospital; aceptamos cooperación.
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El elefante en este salón está convencido de que nadie lo ve, de ahí su vestimenta exuberante. Se le suplica al público asegurarle al paquidermo que es perfectamente visible y además estamos conscientes del problema (cualquiera que este sea). De lo contrario, comenzará el escándalo y las estampidas en círculo que han destrozado varias veces el mobiliario Luis XV, cuando no echa a andar la alarma sísmica.
Aquí hay gato encerrado. Era demasiado inquieto y no tuvimos otro remedio que mantenerlo en el estudio para que se tranquilizara. Por desgracia, ha aprendido a leer y desarrolló un poderoso sistema mediante el cual lanza mensajes telepáticos de auxilio. Por favor no haga caso a esos mensajes y sobre todo, no lo libere. Nuestro gato lo chantajeará para que lo lleve a los restaurantes más caros con los escorts más finos; lo dejará en bancarrota. Mejor póngase audífonos al pasar por aquí.
Las lágrimas de este cocodrilo son sinceras. Tan sinceras que lleva llorando cosa de cinco años porque nadie le cree. Hemos olvidado la razón de sus lágrimas originales; él también, mas no por eso deja de estar su alma hecha pedazos de tanta incomprensión. Por favor créale, a ver si así se calla.
La proliferación de esculturas de ovejas negras, a partir de que Augusto Monterroso le dio aquella idea al rebaño siempre crédulo, ha tenido como consecuencia a lo largo de los años, un serio problema de espacio en el prado —se está pensando en un parque temático— y un negocio de barbacoa que a estas alturas resulta inmoral. Las ovejas negras que, teñidas de azul, sobreviven en la clandestinidad, han formado un movimiento para exigir que las blancas pasen a ser negras y viceversa. Espere noticias.
AQ