‘Doctor Jekyll nunca fumó piedra’: una galería de personajes truculentos

Libros | A fuego lento

Con un leve tinte de autobiografía, Mario Panyagua hace protagonistas a aquellos seres humanos que estamos acostumbrados a empujar a la marginalidad.

Portada de 'Doctor Jekyll nunca fumó piedra', de Mario Panyagua. (Salario del Miedo)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

La hoy llamada Ciudad de México no deja de excitar nuestra curiosidad con sus personajes truculentos y sus zonas llenas de vicios y costumbres infames. Esa es la mayor impresión que obtenemos después de la lectura de Doctor Jekyll nunca fumó piedra (Salario del Miedo), un libro que aprovecha la libertad de la crónica para explotar la veta documental del relato.

Mario Panyagua procede a la vez como testigo y narrador, y aun como protagonista, de un tiempo que corre entre la década final del siglo XX y la Era del Bicho, apenas vislumbrada. Pero su mirada no se concentra en los cambios experimentados por una ciudad que devora a sus hijos sino en ciertas figuras que alguna vez ocuparon o cruzaron por su vida. En este sentido, Doctor Jekyll nunca fumó piedra es una galería de tipos humanos, generalmente reconocibles en los márgenes de la prosperidad económica: curas exorcistas acusados de asesinato, jóvenes con insólitos métodos suicidas, profesionales de las huelgas estudiantiles, parientes acosados por fantasmas salidos de un espejo, abogados marrulleros, ancianas que habitan paraísos artificiales, ladrones y asesinos a la caza de turistas, consumidores de crack habitando un barrio en el que cada día parece un viaje subterráneo…

No ya con nostalgia o desazón sino recordando con una especie de sabiduría estoica a tales esperpentos —en el trono de los cuales debería hallarse un inmigrante haitiano a quien la discriminación racial y religiosa, y a quien seguimos a través de “Un demonio venido de África”, consigue transformar en un vendedor de drogas después de probar como cocinero en un tianguis—, así nos habla Mario Panyagua desde un escenario que ya no es el de la Raza, Cuitláhuac y sus alrededores pero del que conserva sus buenas y malas enseñanzas.

En otro orden de cosas, Doctor Jekyll nunca fumó piedra traza una línea autobiográfica que podría calificarse como la carrera de un pícaro. Experimentando los oficios más diversos —lo mismo despachador de farmacia que aprendiz en un taller mecánico o ayudante de abogado—, a la manera del Augie March de Saul Bellow, y con un amplio historial de bueno-para-nada, Mario Panyagua encuentra al fin su vocación en la escritura. Atrás quedó, como él mismo escribe en “Una de vaqueros y de escarabajos”, la cauda de “rotundos fracasos y redondas vergüenzas”.

Doctor Jekyll nunca fumó piedra

Mario Panyagua | Salario del Miedo | México | 2021


AQ

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