El presentimiento de la muerte —o los tratos con el dolor corporal— y el despilfarro sexual son las experiencias que se tocan hasta el punto de fundirse, por más que parezcan irreconciliables, mientras la narradora y protagonista de Dominio (Sexto Piso) carga el peso de lo real en el presente y redescubre a la adolescente ninfomaniaca que dos décadas atrás era capaz de sentir y traducir el mundo con el talismán de la ensoñación. Vamos de la inexplicable normalidad impuesta por la pandemia a la Edad en que un encapuchado se convertía en atracción política y turística.
- Te recomendamos “Los tres electroguerreros”, un relato de Stanisław Lem Laberinto
Lo real es una hemorragia provocada por un embarazo ectópico, los cuidados postoperatorios, la cuenta del hospital, 37 años con la sensación de que las cosas pueden ir siempre de mal en peor. La despedida sepulcral a la niñez, en cambio, contrae la obligación de convertirse en una simuladora erótica o abandonarse a “mi robusta lujuria y mi feroz imaginación” y deambular por una “inocente fantasía satinada” envuelta en vapores de mariguana. Esas dos Claudinas —sí, la protagonista se llama Claudina— se miran a la distancia buscando el significado de una “vida normal”. ¿Resulta deseable o tan solo la versión ya domesticada de pasársela siguiendo “la pureza absoluta de las emociones”?
La obsesiva y casi enfermiza carnalidad que Dominio exhibe con la precisión y la clarividencia de aquellas comedias escritas por cortesanas que habitaban los reinos del placer extático, pero irremediablemente efímero, ilumina a la protagonista en los años de estupor y descubrimiento hasta revelarle el camino que conduce hacia las antípodas de la realidad: la poesía. ¿De modo que todos esos acostones en caliente y a las prisas, todos esos duelos sexuales con profesores, desconocidos y unas cuantas camas de por medio prefiguran, o, mejor, anuncian la consecución final de un lenguaje que oscila con magnífica naturalidad entre el tormento y la iluminación? Sí, y por eso sugieren siempre otra cosa.
Con su furia aterciopelada, la poeta Claudina Domingo ha blandido las armas de la novela para ahondar en los estados de confusión, en la avidez de experiencias y delicias, que parecerían un bien colectivo pero solo están reservados para quienes se sublevan contra la versión más prosaica de la vida.
Dominio
Claudina Domingo | Sexto Piso | México | 2023
AQ