La felicidad, esa patraña

Libros | A fuego lento

El día que aprendí que no sé amar, de Aura García-Junco, es un ensayo fresco y provocador que cuestiona nociones del amor romántico y explora otras formas de relacionarnos.

Portada de 'El día que aprendí que no sé amar', de Aura García-Junco. (Seix Barral)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

¿El amor romántico es una quimera que se levanta sobre la esperanza de que lo verdadero sobrevive a la muerte? ¿El cortejo amoroso no es otra cosa que la victoria del más fuerte sobre el presuntamente más débil? ¿La pasión es sólo concebible en el universo femenino? ¿El ligue se sustenta en las mil y una técnicas del engaño? ¿Hay sitio para las relaciones abiertas a estas alturas de la civilización occidental y de la conciencia líquida? ¿Es más fácil pasar a un camello por el ojo de una aguja que un macho se convierta al feminismo? ¿La belleza ideal debe proscribirse de cualquier anhelo de vida? ¿La pornografía heterosexual seguirá involucrando “una cantidad grotesca de deshumanización”? ¿El hombre infiel gozará a pesar de todo de la benevolencia social? Estas —y muchas más— preguntas nacen de la lectura de El día que aprendí que no sé amar (Seix Barral).

De la confesión a la erudición, y de ahí a un paseo por las redes sociales y sus engendros, Aura García-Junco hilvana un ensayo tan lleno de frescura como de ánimo provocador. Prefiere el ritmo de la conversación al ruido de la diatriba, y gracias a tal elección sus ideas y observaciones consiguen ganarse la atención del lector, cualquiera que sea, quiero imaginar, su filiación. Por otro lado, la contundencia de su autorretrato —que anima y colorea cada tramo de El día que aprendí que no sé amar— es proporcional a los pasos sutiles de la escritura, que oscilan entre las delicias probables —otro mundo y otras reglas para las mujeres— y los tormentos. Ya sea a través de los clásicos griegos y latinos o de las revistas del corazón, del cine de Hollywood o de Freud, de los cuentos populares o de las frías estadísticas, Aura García-Junco consigue desarmar algunas de las estructuras sociales, religiosas y económicas que han hecho posible el triunfo del patriarcado sobre la mujer.

Pero no vaya a creerse que la nueva oleada feminista viene revestida con los atributos de un hada madrina. Si alguna certeza deja El día que aprendí que no sé amar es que no hay certeza alguna frente a la embestida del amor, que la mejor manera de sortear los fracasos es renunciando a la felicidad, que lo perfecto siempre es enemigo de lo bueno y que en el caso de la pareja uno más uno es siempre igual a uno.

El día que aprendí que no sé amar

Aura García-Junco | Seix Barral | México | 2021

AQ

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