Esto no es una novela

Libros | A fuego lento

"El último suspiro del Conquistador es en realidad una cursi historia de amor aderezada con propaganda social y política", escribe Roberto Pliego.

Portada del 'El último suspiro del Conquistador', de Pedro Miguel. (FCE)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

En un principio, El último suspiro del Conquistador (FCE) tiene el aspecto de una novela: una joven antropóloga asegura poseer el alma de Hernán Cortés que un antiguo brujo maya conservó en un frasco y está obligado a castigar, sin importar cuánto tiempo deba esperar. No tarda, sin embargo, en descomponerse hasta tomar el aliento de un libelo. ¿Podría esperarse otra cosa de su autor, Pedro Miguel, que en la nota final revela el propósito de mostrar “los infortunios que sufrió México durante el Calderonato y el Peñato, que juntos constituyen uno de los periodos más trágicos de la historia nacional”?

Antes que perseguir una forma, El último suspiro del Conquistador sólo responde a la ciega voluntad de acumulación. Se trata de un inmenso tiradero adonde han ido a parar zombis bailarines después de abandonar sus tumbas, algunos episodios finales de la caída de Tenochtitlan, alegatos pseudocientíficos sobre la constitución de la materia, encuentros amorosos en hoteles sórdidos de París, diálogos entre el comisionado de Seguridad y el secretario de Gobernación, ritos ancestrales, alegatos en favor de la diversidad sexual, noticias de un país llamado la IV República, reflexiones en torno a la naturaleza del poder y aun la crónica de los funerales de Carlos Monsiváis. Todo esto en un presente en el que un narcotraficante exhibe las cabezas de los miembros del gabinete de gobierno. (El vivero tiene una disposición tan ruinosa que, en una forzada maniobra, el narrador se traslada tres décadas hacia el futuro para contar en un párrafo la muerte de la protagonista, la misma antropóloga, tras un intento malogrado de saltar en paracaídas desde una avioneta.)

Hay que decir que El último suspiro del Conquistador no es una novela. Es en realidad una cursi historia de amor aderezada con propaganda social y política, muy del gusto de quienes sólo aspiran a leer lo que saben y han creído de antemano. Como en esos manuales que llaman a la acción directa, la militancia contempla su propio ombligo: “en qué momento el país se había perdido a sí mismo y había dejado de ser un lugar habitable para convertirse en un territorio sin ley y sin confianza en el que el trabajo, la verdad y hasta la vida humana habían dejado de tener valor”.

El último suspiro del Conquistador

Pedro Miguel | FCE | México | 2020


AQ

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