El universo literario de Almodóvar

Café Madrid

Los autores favoritos del cineasta no sólo inspiran sus filmes, también el libro de cuentos que marca su retorno a la literatura.

Pedro Almodóvar, cineasta español. (Fundación Telefónica)
Víctor Núñez Jaime
Madrid /

Durante mucho tiempo, Pedro Almodóvar pensó que medía 1.90 de estatura. El día que empezó a vivir junto a su pareja, un ex jugador de baloncesto de casi dos metros, se dio cuenta de que estaba equivocado. Desde entonces, dice, supo que para llevar una vida equilibrada es necesario reconocer las limitaciones propias. A él, por ejemplo, le encantaría escribir una novela, una como Orlando, de Virginia Woolf. Lo intentó, claro, pero se hartó de llenar un montón de hojas con párrafos que no le llegaban ni a los talones a la monumental obra de la autora inglesa. Así que aceptó su “incapacidad” para semejante reto y, con más acierto, se dedicó a los cuentos.

El primer relato que escribió, lo recuerda bien, se llama “Crónica Cacereña” y trata sobre la cotidianidad rural de un rincón de Extremadura, donde vivió parte de su infancia. “Es sobre dos chicas que eran las tontas del pueblo, a las que en estos tiempos políticamente correctos habría que llamar ‘disminuidas psíquicas’, y tres tíos que solían tirárselas cuando se emborrachaban. Bueno, hoy habría que decir que ‘las violaban’. Pero espero que no se publique nunca. Porque yo era muy joven cuando lo hice y ahora lo leo y… no me gusta”, se sinceró el otro día el reconocido director de cine en la presentación de su libro El último sueño (Reservoir Books), un autorretrato articulado en doce relatos que revelan su pasión por la escritura.

El manchego más universal (después del Quijote) llegó a las instalaciones de Telefónica en medio de aplausos. Fue en este edificio, situado en la Gran Vía de Madrid, y no en su casa, donde empezó a escribir los guiones de sus películas. Trabajaba como auxiliar administrativo en esta empresa de telefonía, que entonces pertenecía al Estado, y casi a escondidas se dedicaba a plasmar en papel las historias que luego llevaría a la pantalla. “No pude estudiar cine porque Franco había cerrado la escuela. Con el primer sueldo que me dieron aquí compré una cámara Súper 8, hacía mi trabajo lo más rápido posible y el resto del tiempo me dedicaba a escribir. Luego empecé a pedir excedencias para rodar películas y después ya sólo me dediqué a ellas”, contó el cineasta de canas alborotadas ante un auditorio repleto.

Pedro Almodóvar durante la presentación de 'El último sueño'. (Fundación Telefónica)

Pero antes de ponerse a escribir estuvo el placer de leer. Él y sus hermanas pedían libros por correo. “Eran libros como Buenos días, tristeza o El lobo estepario, que me impactaron mucho. Luego, en el colegio de los Salesianos, leía libros de aventuras, como Los viajes de Gulliver, o vidas de santos, las escalofriantes historias de mártires católicos. Después descubrí El guardián entre el centeno y la que fue mi primera gran referencia literaria: Otra vuelta de tuerca, de Henry James. En el servicio militar me leí los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido y luego me metí de lleno en el boom latinoamericano. Gabo me gustaba mucho, pero un día lo conocí personalmente y, desde entonces, decidí no mezclar el artista con la persona, que suele ser abyecta”, confesó el hombre que hace cine atravesado por libros.

En todas sus películas, seguramente ustedes se han fijado, aparecen varios de los volúmenes más importantes de la literatura contemporánea: Música para camaleones, de Truman Capote, en Todo sobre mi madre; Escapada, de Alice Munro, en La piel que habito… Y así en cada una de las 22 películas y los dos cortos que ha hecho a lo largo de su carrera. Algunos de los libros que más le han gustado también los ha llevado a la pantalla grande. “Pero cuando se trata de convertir en imágenes el trabajo que otros han escrito suelo ser un poco infiel. Con La voz humana, por ejemplo, tuve que reescribir el 80% porque Cocteau la había escrito en 1930 y hoy las cosas son diferentes. Bueno, el relato de Alice Munro, que es el alma de Julieta, sí lo respeté”, explicó tras reconocer que ha abandonado el proyecto de la adaptación cinematográfica de Manual para mujeres de la limpieza, de Lucía Berlin.

Pedro Almodóvar lee y relee sin parar, aunque a veces no logre terminar alguna obra (“como 2666, de Roberto Bolaño, que me parece una gran novela, pero difícil, y sé que tengo que retomarla y llegar al punto final”) y entre los personajes de sus películas, ustedes lo han visto, casi siempre hay grandes lectores y escritores. Será porque el director no concibe nada en esta vida sin libros: “yo siempre digo que si ligas con alguien y vas a su casa y no ves libros, mira: ¡no folles con él!”

AQ

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