Sexo hasta la náusea

A fuego lento

"En Donde empieza la noche el poder queda reducido a una rutinaria sucesión de acostones; se ve que Juan Carlos Aldir no tiene otra cosa que ofrecer".

Detalle de 'Donde empieza la noche', de Juan Carlos Aldir. (Planeta)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

Cada vez que me encuentro con una novela redactada —siempre a trompicones— según la fórmula periodista de medio pelo (y, por supuesto, novelista fracasado), sicarios babeantes y empresarios y políticos sin escrúpulos, no puedo evitar preguntarme qué pasa por la mente de un autor que cree a ciegas en la vacuidad de esta empresa. ¿En verdad tiene la certeza de estar diciendo algo?

Me vienen estos aguijones después de la lectura de Donde empieza la noche (Planeta). No sólo hay que padecer la manoseada formulita sino casi 500 páginas en un español que con mucho esfuerzo alcanza el rango de elemental. Qué tenemos: mucho sexo, del tipo soy tu premio de consolación y puedes ejercer conmigo tu más ambiciosa fantasía; intrigas políticas y financieras orquestadas por individuos con la dosis perdurable de cinismo para arruinar la vida de toda su parentela; sangre y una que otra dominatriz de ojos azules. Los ingredientes podrían satisfacer a un lector de vacaciones en la playa pero no a quien abre una novela en busca de un mundo distinto al que exhibe el cine porno aderezado con espejos y champaña. Y es que en Donde empieza la noche el poder queda reducido a una rutinaria sucesión de acostones. Hay juntas de alto nivel, secretarias eficientes, cocaína y trajes de diseñador pero quedan reducidos a casi nada frente a la exposición obsesiva de los genitales. Por lo demás, se ve que Juan Carlos Aldir no tiene otra cosa que ofrecer. Su idea del mundo consiste en sugerir que en México las cosas pasan según la voluntad del líder de una pandilla de narcotraficantes aliado con dueños de empresas mediáticas, secretarios de Estado y jefes policiacos. Nada, pues, que no aliente las expectativas del ciudadano común.

Una vez que llegamos a la página 430, hartos ya de testificar las potencias sexuales de los protagonistas, una entelequia que se hace llamar la organización irrumpe para informar de una vez por todas sobre la existencia de una conspiración que a nadie toma por sorpresa.

Donde empieza la noche mueve a pronosticar un México donde las novelas evolucionen hacia una forma cada vez más lejana de la buena literatura y aun del entretenimiento (sí, uno quiere al menos pasarla bien). Qué atributos tendrá esa forma. Quizá los mismos que ostentan los productos manufacturados en serie por los nuevos merolicos iluminados por la misión de —pregonan— exponer Los Males de la Realidad Mexicana… sin importar su nula vocación libresca.

Donde empieza la noche

Juan Carlos Aldir |Planeta |México | 2019

​ÁSS

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