En la “Nota del autor”, ya de salida, Pedro Ángel Palou califica a Todos los miedos (Planeta) como una “novela rabiosa, furibunda que se rehúsa a aceptar que México se desmorone como un montón de piedras”. Es, pues, una novela militante, que mira hacia cualquier lado menos hacia la literatura.
La fórmula reportera combativa, ex policía o ex militar con un pasado negro y país corrompido campea con total impunidad por las mesas de novedades editoriales. Resulta, en primer lugar, mercantilmente rentable (parece que la exhibición de la violencia y del contubernio entre criminales y autoridades judiciales produce un efecto catártico); en segundo lugar, eleva a quien decide ponerla en práctica a la altura de adalid de la justicia y las buenas causas políticas; en tercer lugar, cristaliza con tan desvergonzada facilidad que seduce a todos los practicantes del redactañol. ¿Quieres publicar un libro y no te alcanza para siquiera imitar a Raymond Chandler, Henning Mankell o Jo Nesbo? Ya sabes: escribe un thriller a la mexicana, con dosis abundantes de rabia y ánimo justiciero.
Esas dosis encienden la voz del narrador de Todos los miedos quien, con prosa enumerativa y un vocabulario menesteroso en el que sin embargo abundan los pinche, mierda, pendejo, chingada y puto, durante casi 20 horas sigue a Daniela Real, una reportera desempleada que se ha impuesto la misión de revelar los vínculos de ex gobernadores, secretarios de Estado, senadores y un subprocurador con una red de tráfico de mujeres y pederastia. Vive ese tiempo breve imaginando su desgracia antes de que ocurra pues ha sido amenazada de muerte. Por una chambona casualidad, el ex policía Fausto Letona se cruza en su camino para hacerla de ángel guardián. Ese es el argumento, aderezado con sesiones de tortura, paranoia y persecuciones por las calles del sur de la Ciudad de México, muy en la frecuencia de las series de televisión.
Pedro Ángel Palou ha querido narrar lo peor de la sociedad mexicana echando mano de lo peor que puede ofrecer un narrador: un estilo chapuceramente coloquial, que apenas se diferencia de las vulgares crónicas policiacas en el uso correcto de la puntuación. Va una muestra, frente a la cual el lector no tiene más opción que estremecerse: “Lo tira en la lona la duda. Lo escuece la pinche pregunta”.
Todos los miedos
Pedro Ángel Palou
Planeta México, 2018