Destino: a la deriva

En los márgenes del estruendo provocado por las acciones militares y policiacas, de la consigna social o política, y de la militancia de cualquier signo, es decir, de las recetas editoriales de moda, Encuéntrame afuera (Tierra Adentro) llama a pensar la literatura como un territorio donde todo es posible, siempre y cuando la imaginación nazca del conocimiento de un mundo dado.

Christian Lagunas (1994) conoce la orfandad de los parques, la luminosidad del desierto, la respiración de la madera, el pelaje del lobo, la fiebre de altamar, la obsesión por los objetos ajenos. Así de múltiples son los motivos que ponen en marcha a los seis relatos de Encuéntrame afuera, como lo son también los escenarios donde ocurren: Montreal, Tucson, Osaka, Chapultepec, el Océano Atlántico, la Patagonia.

Es posible sugerir que la más notable cualidad narrativa de Christian Lagunas es la posesión de un sentido intuitivo para nombrar la singularidad, la particular fisiología de las emociones. Sus personajes —aunque hermanados por la insatisfacción con que reaccionan frente a un estado de cosas que no está hecho a la medida de sus expectativas— llegan hasta nosotros habilitados por un gesto, una manía, una sombra mental, que solo se concibe en ellos. Son seres vivientes y no el garabato del aprendiz en la pared.

Pongamos el caso de la protagonista de “No regreses a Tucson”, mi favorito. Alicia sufre de dolores en la columna y, sobre todo, detesta el olor a tabaco porque contiene el recuerdo de una antigua amante que se marchó con otra. Ese único, excepcional detalle va modelando la pérdida de esa mujer que está por celebrar su cumpleaños y echar por el caño treinta años de relación con su pareja. La catástrofe amorosa que se avecina mientras corren los tequilas llega precedida de un cigarro aplastado contra el césped del jardín hogareño.

Encuéntrame afuera obtuvo el Premio Nacional de Cuento Joven Comala 2020. Apuntalado por una escritura que sabe modular el tono y acoplarlo a las luchas interiores de los personajes, tan vulnerables como enemigos de la comodidad y el sosiego, apunta en una sola dirección: en ocasiones, la buena literatura es fantásticamente ardua y abisal.

​AQ