Periodismo duradero

Ernesto Herrera ha seleccionado lo más representativo de su trabajo periodístico para confeccionar un libro misceláneo que confía en la sensibilidad y la inteligencia del lector: Escribir desde el asombro. Vamos del ensayo a la entrevista y de ahí a la memoria autobiográfica o a la nota crítica, guiados por un temperamento curioso que se mueve con presteza por algunas zonas y figuras de la literatura y la cultura mexicanas que prosperaron durante el siglo XX.

La poesía ocupa el centro del escenario. Ernesto Herrera evoca a Salvador Novo, Renato Leduc, Eduardo Lizalde; conversa con Gerardo Deniz, Francisco Hernández, David Huerta, Alberto Blanco; invoca a Margo Glantz para iluminar el dilema que atormentó a Sor Juana: las letras o el espíritu. La poesía está en el centro, pero no eclipsa a la narrativa. En este sentido, llama la atención el ensayo dedicado a Jesús Gardea, nuestro profeta que alzó la voz en el desierto. No sorprenden tanto sus valoraciones (Gardea el de la sintaxis “barroca”, el de la frase “simple” para iniciar sus relatos) como el interés puesto en una obra apenas leída, apenas valorada. Podríamos decir lo mismo de su entrevista con Luis Ignacio Helguera: es el recordatorio de un estilo que sigue a la espera de nuevos lectores.

Con igual empeño, Ernesto Herrera convoca a un grupo variopinto de historiadores (y a un filósofo que se desempeñó sobradamente como escritor: Alejandro Rossi). Sospechamos que se mueve más al compás de las afinidades que del método. Dialoga lo mismo con Antonio Alatorre sobre el Siglo de Oro que con Ricardo Pérez Monfort sobre la legalización del consumo de mariguana o con Antonio Díaz de León sobre el puerto de Veracruz y la economía mundial, y acude a Guillermo Sheridan para rastrear los orígenes de la polémica entre nacionalistas y europeizantes, y revalora al Juan José Arreola educador y memorialista.

El periodismo cultural suele tener una vida corta, la que va de un día a otro. Al cabo de un suspiro, muchos buenos esfuerzos sirven tan solo para envolver pescado. Por eso hay que agradecer que Ernesto Herrera haya resuelto transmutar sus fatigas laborales en un libro. No solo puede ya ahorrarnos fatigas (eso de buscar en internet es una monserga) sino tenerlo verdaderamente cerca.

AQ