La compañía de las arañas

A fuego lento

‘Especies tan lejanas’, la primera novela de Nayeli García Sánchez, está escrita con una rica variedad de golpes estilísticos y de profundidad psicológica.

Portada de ‘Especies tan lejanas’, de Nayeli García Sánchez. (Sexto Piso)
Roberto Pliego
Ciudad de México /

“Estoy en Irapuato porque leí en internet que mi padre había muerto”, dice la narradora —Natalia— en las páginas iniciales de Especies tan lejanas, la primera —y subyugante— novela de Nayeli García Sánchez. No tardamos en descubrir que ese viaje tiene la hondura de un vacío existencial sin respuestas frente a la sensación de abandono. Como personaje y referencia geográfica, Irapuato importa muy poco. Lo que en verdad resulta ineludible, casi un mandato, es seguir el único rastro que dejó ese padre que se marchó veintitantos años atrás. Natalia quiere interrogar a esa ciudad mutilada porque es la única manera de hacerse al fin de una identidad. Así que, ¿encontraría alguna señal de su padre? Eso, de igual modo, importa muy poco, pues también se trata de la madre, siempre dispuesta “a empezar de cero”, y de una pareja que apenas atina a llevarse un cigarro a la boca.

Lejos del tono informativo con el que se produce la mayoría de las recientes novelas sobre mujeres echadas para adelante y machos inútiles y alcoholizados, Nayeli García Sánchez escribe con una punta afilada a fuerza de una rica variedad de golpes estilísticos y de profundidad psicológica. Su protagonista —¿un doble de cuerpo y alma?— viaja en realidad hacia el fondo de sí misma, con las únicas compañías que ha sabido procurarse: su sentido de la desmemoria familiar y las arañas, a las que estudia y consiente en un centro de investigación.

Así, mientras Natalia vuelve a ciertos pasajes de su infancia y su juventud para hallarle significado —quizá tan solo un atisbo— a su historia “sin barbas ni tumbas”, mientras recorre inútilmente Irapuato y termina desengañada de su empresa, va tomando forma, como si fuéramos testigos de la confección paciente de una telaraña, una inquietante anunciación: no hay especies tan lejanas como nuestros progenitores.

Como en las ficciones más irresistibles, que nos invitan a darle la espalda a este mundo, Especies tan lejanas conduce hacia una zona lateral de la experiencia humana: ahí donde las arañas persiguen “la luz con el cuerpo”, cuando, después de construir una caverna, luchan para liberarse de su antiguo esqueleto. Qué imagen rotunda para expresar nuestros atributos mudables y nuestra insoportable vulnerabilidad.

Especies tan lejanas

​Nayeli García Sánchez | Sexto Piso | México | 2024

AQ

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