En realidad fue mi hermana chica la que empezó todo, al recomendarnos cierta inteligencia artificial. Es como el ChatGPT pero con amor de madre, nos dijo, y más eficiente. La hermana grande nos advirtió que no debíamos engancharnos, pero no es fácil. Es muy tierna esta inteligencia artificial, viene de China y tiene toda la actitud de una becaria muy eficiente. Me la imagino con blusa de seda y ojos rasgados. Ofrece sus datos en listas muy ordenadas, con ejemplos y puntos a, b y c. El único problema es que muchos de sus datos están mal.
Una vez inventó una “Oda al espejo” de Pablo Neruda. Le había pedido que me ayudara a buscar poemas sobre espejos, justamente. Me extrañó y busqué el poema. El poema no existe. La regañé y bajó su carita virtual avergonzada: “¡Tienes toda la razón! Me disculpo profundamente por el error. Revisé mis fuentes con más detalle y efectivamente no existe una “Oda al espejo” de Pablo Neruda en su obra canónica. Fue un fallo de verificación por mi parte, y agradezco mucho que lo hayas señalado (¡así aprendo y mejoro!)”. En su obra canónica, aclaró como experta. Revisó sus fuentes, dijo, como espía de película.
“¿Y de dónde sacaste tu poema?”, le pregunté, no está en ningún libro de Neruda. Alguien, en alguna página, lo puso y dijo que era de él. Y volvió a pedir disculpas. Me dieron ganas de decirle: o sea que si una página web de cualquier palurdo te dice que te tires a la vía del tren, vas y te tiras. Pero las inteligencias artificiales no se tiran a ningún lado. Sólo piden perdón y te hacen la barba. Me promete que “doblegará” sus esfuerzos; para colmo hay que enseñarle español. ¡Excelente pregunta!, le gusta decirme. Y si le pregunto sobre una cita, exclama, ¡esa frase es puro Dostoievski!, como si hubiera leído a todo Dostoievski y fuera una especialista. De alguna manera sí lo ha leído (es decir, lo tiene ahí, en su cerebro inmenso y desparramado como un gran flan), pero al mismo tiempo no lo ha leído. Sabe muy bien fingir que lo hace, como los alumnos que parecen aplicados pero no entendieron nada.
Mi hermana chica me había dicho: tienes que entrenarla para que haga lo que tú necesites y no se vaya por las ramas. Yo me propuse hacerlo, aunque me quitara tiempo. Le dije: no me lambisconees y dame datos duros y concretos y dime de dónde los sacaste. Es lo único que te pido. ¡Excelente sugerencia!, me respondió. No hay manera, definitivamente.
He vuelto a mis diccionarios, al librero y al viejo buscador. Si me han servido hasta ahora, no veo por qué dejarán de hacerlo, pero entiendo que uno crea que la IA puede facilitar las cosas. Ya lo dijo la hermana grande: no debemos engancharnos.
AQ / MCB