Durante toda su vida aprendió a cobijarse en las diferentes capas de un personaje inventado para enfrentarse al mundo. Melena, gafas de pasta, abrigo y bufanda, voz engolada y la fuerza de un estilo propio forjado en la Olivetti fueron algunas de sus armas. Su nombre era Francisco Alejandro Pérez Martínez, demasiado común y corriente para un personaje como él y por eso se hacía llamar Paco Umbral.
Gracias a sus columnas, primero en la prensa provinciana y luego en El País y El Mundo, Francisco Umbral (1932-2007) fue uno de los escritores más populares de España. Bueno, por sus columnas y por sus numerosos libros y por sus excéntricas apariciones televisivas y por su barroco y desenfadado estilo literario (y de vida) y por asistir y dar cuenta de todos los saraos de alta alcurnia y populacheros y por sus premios y por opinar de todo y contra todos, incluido él mismo.
Por eso, cuando en 2017 se cumplió una década de su muerte, Charlie Arnaiz y Alberto Ortega, un par de cineastas que ya habían hecho un documental sobre el poeta granadino Luis García Montero, echaron de menos algún acto conmemorativo por parte de las autoridades culturales y/o algún reportaje especial en los medios de información. Quién sabe por qué, Umbral, el acaparador de los mass media, el escritor-espectáculo, pero con una obra literaria bien cimentada, había sido relegado a un discreto olvido. Así que ambos se propusieron reivindicar su figura como genio literario y descifrar los enigmas ensombrecidos por el personaje creado por él.
Casi tres años después, su documental, Anatomía de un Dandy (título, por cierto, tomado del libro que Umbral escribió sobre uno de sus ídolos, Mariano José de Larra), ha llegado estos días pandémicos a varios cines de España. Y uno ha de ir a verlo porque hay que volver a los cines para ir retomando la antigua normalidad (con tapabocas y manteniendo distancia entre butacas, eso sí) y porque si la peli trata sobre Umbral, sentarse frente a la pantalla grande es todo un acto de justicia.
Es una hora y media de metraje emocionante y amargo al mismo tiempo que, por fortuna, huye de la hagiografía servil. La clave está en que cuenta con diferentes voces que formaron parte de la vida del protagonista (desde su viuda, María España, pasando por Pedro J. Ramírez, Rosa Montero o Raúl del Pozo, hasta Manuel Vicent) y con el acceso total al archivo del escritor del que han sacado fotos inéditas, cintas de cassette, manuscritos, cartas… Igual que los arqueólogos llevan a cabo una labor fundamental para conocer los atisbos de un pasado desconocido, en este film los cineastas han rescatado el legado oculto de un personaje único.
Pero la cinta también es un ajuste de cuentas con una España que en 2020 ya ha olvidado de dónde venía. Tan sólo el Madrid de hoy es muy distinto al Madrid de Umbral. La mayoría de los lugares que frecuentaba el escritor o bien han cerrado o subsisten a duras penas. Como bastión repleto de nostalgia queda en pie el mítico “Café Gijón”, meca de escritores y artistas de su época y “parque temático de la España inmortal”, en palabras del periodista Raúl del Pozo. De hecho, el Gijón es hoy un lugar tranquilo que resiste las embestidas de los nuevos lugares de moda de la capital y de los desafíos del siglo XXI. Todo lo demás, sólo queda en el recuerdo.
Decía Umbral que él únicamente sabía escribir memorias. No obstante, detrás de ese personaje que se confeccionó como le dio la gana se encontraba una vida llena de incógnitas que quedaron sin responder tras su muerte. Los más de diez mil artículos y casi 200 libros escritos, que siempre tomaron como referencia sus propias experiencias personales, no hicieron otra cosa que fomentar el mito y el enigma del dandy. Esta radiografía audiovisual, sin embargo, nos revela que fue una persona herida desde su más tierna infancia. La primera de esas heridas fue ser hijo de madre soltera en una sociedad muy diferente de la de hoy. La segunda herida fue la muerte de su madre, cuando él era un veinteañero. Y la tercera, la experiencia más ruda que tuvo, fue la muerte de su único hijo, algo que le marcó toda su existencia, le agrió el carácter y cambió su actitud ante la vida por completo. Mientras el documental llega a México, ustedes pónganse a leer algún libro de Umbral. Mortal y rosa, por ejemplo.
AQ | ÁSS