Fulgor (Malpaso), de Alma Mancilla, es la novela de un estado de ánimo. Y no cualquiera. Su protagonista, una joven antropóloga, víctima reciente de un aborto y embarcada en la tarea profesional de registrar los usos y costumbres de un poblado al pie de un volcán, padece un desorden mental que bien podríamos asociar a repentinos estados sicóticos. Pero no se trata exclusivamente de eso sino de cómo su presencia entre gentes desconocidas alienta la creencia de antiguos rituales asociados a la resurrección de una bruja que se alimenta de las almas infantiles.
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Nos movemos entre el disturbio mental, el pensamiento mágico y una insulsa cotidianidad, y lo hacemos conducidos por el relato de esa mujer a la que observamos cada vez más olvidada de sí misma. Entonces preguntamos: qué tanto de su testimonio proviene de su propensión a distorsionar la realidad y qué tanto pertenece a la auténtica intromisión de fuerzas oscuras que aguardan el momento de volver a revelarse. Este es el mayor encanto de Fulgor: su consciente ambivalencia.
Hemos de creer en lo que leemos. La rutinaria visita al cura del poblado convive con las visitas nocturnas de una gigantesca lechuza de plumaje blanco, “que puede alzar a un hombre por los aires”, y la descripción de los paisajes montañosos con la existencia marginal de una comunidad de mujeres que parece detenida en el tiempo: visten de blanco y habitan un caserío con todas las señales del abandono. ¿Una novela de terror? ¿Una exploración de los abismos interiores en los que se fortalece el sentimiento de culpa? ¿Un viaje de regreso a los mitos que asocian la feminidad a la impureza y a la portadora salvaje de “la lanza y la sangre”? Fulgor es todo eso, tanto como estemos dispuestos a confiar en el poder ensoñador de la ficción.
La mujer rota, partida en dos, que Alma Mancilla ha imaginado —por su malograda maternidad, por sus dudas vocacionales, por su indisposición a los demás y a su propia voluntad— sólo puede restituirse si acepta su condición animal, no el auxilio de un coctel de medicamentos sino de una parvada que extiende las alas, inclina sus picos en un gesto de reverencia y expone las garras abiertas antes de que todo termine para volver a empezar.
Fulgor
Alma Mancilla | Malpaso | México | 2022 | 124 páginas
AQ