Zaid y Castañón, dos omnívoros

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Ensayos, cartas y anécdotas forman un retrato hablado de una de las figuras más enigmáticas de la literatura mexicana.

Portada de 'Algunos giros para Gabriel Zaid', recopilación de Adolfo Castañón. (Bonilla y Artigas)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Gabriel Zaid es un autor de múltiples intereses que, a lo largo de su trayectoria, ha colaborado en publicaciones heterogéneas y ha establecido conexiones con las más diversas audiencias. Con todo, acaso para establecer una interlocución integral con un escritor como Zaid se requiere de un perfil similar en su curiosidad y variedad de competencias. De ahí la pertinencia de que Adolfo Castañón, otro de los omnívoros de las letras hispanoamericanas, haya recopilado Algunos giros para Gabriel Zaid (Bonilla Artigas-El Colegio Nacional, 2024) que es tanto un documento crítico esencial para entender a Zaid como un tributo filial. En este libro, Castañón lo mismo comparte ensayos reveladores que fragmentos de cartas, comentarios incidentales y otras señales de complicidad y afinidad intelectual con el escritor. De este modo, involucra cálidamente al lector y lo invita a compartir una amistad de décadas con el autor de Reloj de sol.

Aunque el medio cultural carece de fotografías de Gabriel Zaid, a través de los 18 textos de este libro, Castañón va delineando, de manera inteligente y entrañable, la imagen intelectual y personal del escritor. De entrada, Castañón hace una disección de la “tercera vía”, entre la política activa y la reclusión, que implica hacer cultura. Castañón repara en que, más allá del halo prestigioso de esta actividad, en el quehacer cultural pueden reproducirse las trampas y taras más comunes de la política, como son la identidad tribal o el lenguaje hueco y prefabricado. Por eso, la importancia de seguir la propia voz y forjarse un lenguaje personal, que es lo que ha hecho Zaid a lo largo de toda su trayectoria, en la que incesantemente ha denunciado ideas recibidas, ha combatido lugares comunes y, por decirlo así, ha purificado y aligerado el lenguaje de la tribu. Igualmente, Castañón revela el sencillo “misterio Zaid” señalando que este autor es una máquina de cantar pero también una máquina de pensar, que lee el mundo a través de la poesía. Esta indagación hace revelaciones conceptuales y prácticas, se inserta en los métodos de razonamiento de Zaid, pero también arroja luces sobre sus aportaciones concretas. En este sentido, revela a un poeta, a un crítico de la cultura, la sociedad y la economía lleno de optimismo y propuestas concretas, que practica una intervención práctica y constructiva en los terrenos de la vida pública y que estimula una generosa ciudadanía. Castañón también analiza el método, o mejor dicho, el arte de la lectura literaria que ha venido forjando Zaid y que no proviene de escuelas, ni se basa en marcos teóricos, sino que se emprende, desde la intemperie, con intuiciones genuinas y un trabajo acucioso de investigación, siempre con el regocijo y el fervor del aficionado. Los comentarios breves, cartas y recados de Castañón terminan de moldear este retrato hablado de Zaid como un autor de inagotables aficiones y entusiasmos, que sigue transmitiendo al lector su exaltación y alborozo vital.

AQ

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