Hacia Carcassonne

Poesía en segundos

El argentino Juan Arabia publica un poemario plagado de sombras, luces y ambigüedades.

El poeta argentino Juan Arabia (Foto: Bernardo Esposito | Wikimedia Commons)
Víctor Manuel Mendiola
Ciudad de México /

Juan Arabia ha ganado un lugar en la rica poesía actual de Argentina y de América Latina por su magnífica publicación Buenos Aires Poetry, revista literaria electrónica muy concurrida e impulsada bajo la figura y el espíritu de Arthur Rimbaud. En ella podemos encontrar poetas contemporáneos en lengua española y descubrir a la mejor poesía de otras lenguas en las novedosas versiones de una generación emergente de críticos y traductores. Asimismo, en sus páginas hallamos ensayos y notas que tienen relevancia por su apertura y su valor analítico. Juan Arabia ha encontrado, de este modo, un camino que trueca en diversas direcciones hacia un mismo centro: la crítica. Y este punto de reunión y porfía, donde coinciden sendas múltiples —muchas veces olvidadas—, él lo ha transformado ahora, de manera suave, pero no sin dejar de tocar un viejo tema arcano, en la inquietud y la cavilación de su libro de poemas Hacia Carcassonne (Pre-textos, 2021).

Acompañado de los trovadores occitanos y, sobre todo, del esplendor meridional y del tiempo sorpresivo de la vida errante, Arabia avanza hacia la fortaleza, “el único castillo” —Carcassonne—, con el pensamiento de que los poetas mojan “su pan en todas las fuentes” y que esto significa acercarse de nuevo y sin prejuicios al canto fácil, leve, de la voz natural en la emergencia del contento y el deslumbramiento; y, al mismo tiempo, pensar el canto difícil, grave, del enigma inevitable encerrado en todas las palabras verdaderas. Entre sombras y luces, entre ambigüedades necesarias y certezas súbitas, Arabia ha sentido la premura de abandonar las repeticiones interminables de la cansada poesía epigonal de nuestros días y ha ganado el gusto de perseguir, aquí y allá, en toda clase de arbustos y malezas, las raíces, el principio que nunca se agota, siguiendo, casi seguro, la divisa de Rimbaud: “sólo el amor divino otorga las llaves de la ciencia”. En este pequeño volumen de 37 páginas hay algo de comienzo iniciático. El poeta, cansado del crédito falso y de la sutileza charlatana, sabe que tiene que armarse y salir —no importa la edad—, abandonar casa, amigos, todas las cosas queridas y “probar al gentío, / y el gusto y betún de las suelas”, para dirigirse hacia un a dónde.

Quizá el poema más revelador del libro sea: “Sixtina: defensa del trovar clus”. En este texto, donde el autor se aparta de las sinuosas líneas de la prosa, en busca del verso, aparece con toda claridad su percepción del momento que vivimos: “Esos bardos que imitan a los pájaros/ silvestres, siempre olvidan que las jaulas/ cercan los aires más puros”. Con la sixtina en las manos y el tropo universal de la jaula y el pájaro, Arabia hace verosímil su camino a Carcassonne. En la representación poética, qué importa más, ¿la ligereza de la comunicación o la gravedad del enigma? ¿Los pájaros o la maleza y el lodo? Desde un desprendimiento que sólo es posible en el efecto de ir hacia..., Arabia se ha topado con la suave y dura piedra del canto que crea, en la emoción del camino, un a dónde.

​ÁSS

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