La prosa mejor escrita | Por Ana García Bergua

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En estos tiempos extraordinarios, los textos mordaces, filosos e inteligentísimos de José de la Colina nos harían pensar juguetonamente y sonreír.

José de la Colina, escritor y periodista radicado en México desde 1941. (Foto: Mónica González | MILENIO)
Ana García Bergua
Ciudad de México /

Querido Pepe:

Va casi un año de que te fuiste, el 4 de noviembre de 2019, y no veo que el hueco que dejaste se pueda llenar. “Los viejos escritores no se van: sus cuerpos presentes se quedan en forma de libros y libros y libros”, escribiste alguna vez en uno de tus geniales “asteriscos”. Tú sigues aquí, en tus libros y libros, pero también estabas en el periodismo, en MILENIO y Letras Libres, y ahí te seguimos extrañando. ¿Qué dirías de todo lo que estamos viviendo ahora, de la pandemia, de la agitada y desoladora vida pública, de lo que se escribe y se desescribe? Tus textos mordaces, filosos e inteligentísimos nos harían pensar juguetonamente y sonreír.

Quisiera contarte tantas noticias, pero me imagino que ahí en donde estés, en el Gran Café del Más Allá que Acá, las comentas con tus amigos Fernando Del Paso, Miret, Inés Arredondo, tantos otros. Son estos días tristes; no sólo te has ido tú, sino muchos más, entre ellos tu amada María que espero esté contigo también y con la gatita Polvorilla que ambos amaban.

En estos días muy aciagos evoco muy a menudo tu figura recorriendo la ciudad y escribiendo artículos incansablemente, tu Tren de historias, tus Libertades imaginarias, y tu traducción del Discurso de la servidumbre voluntaria de Étienne de La Boétie que parecería prefigurar lo que sucede ahora, ese texto libertario que, como escribiste en tu estudio preliminar, a lo largo de los siglos “parece tener el don de decir siempre algo para alguien y para todos”. Si supieras lo que es ahora el Fondo de Cultura que editó tus obras siempre incompletas porque escribiste hasta el último día, te desmayabas. Todavía recuerdo aquella tarde diluviosa en que se te había ido el internet; me llamaste desesperado: ¿puedo ir a tu casa a terminarlo? Luego tu taxi se perdió quién sabe por dónde y fuimos felices a perseguirlo, porque era de vida o muerte que mandaras tu colaboración, aun bajo la tormenta. Adolfo Castañón iluminó con una frase toda tu obra: 

“Corre la voz de que José de la Colina ha firmado la prosa diaria mejor escrita de la prensa mexicana de estos últimos 40 años, toda una longevidad redactada y leída y releída y vuelta a escribir, transitando con brío ingenioso e imaginativa audacia del cuento y la ficción breve (…) al ensayo literario y la tradición, al comentario sabroso y punzante sobre la actualidad literaria, la prosa sin prisa del polemista, la pausa sin pose del contemplador solitario, la mirada estricta del espectador de cine que sabe que la poesía salta y mira por donde nunca se les espera”.

La prosa diaria mejor escrita de la prensa mexicana sigue siendo la tuya, querido Pepe, y cómo nos haces falta.

AQ | ÁSS

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