En 2024, Madrid es una ciudad convertida en un parque temático para turistas, gentrificada de manera oportunista y con descaro, donde el antiguo bar Casa Paco ahora se llama Gastrobar Francis, y la desigualdad obscena se ha instalado para desgracia de su gente, divida en pequeños guetos de opulencia y riqueza y grandes áreas de pobreza y dificultades. La Villa y Corte de hoy, además, está poblada por una mayoría racista, clasista, xenófoba, indiferente y/o insolidaria, empeñada en ser hostil con el forastero que se quiera instalar en sus distintos barrios. Al mismo tiempo, y en contraposición, es una ciudad que parece tomada por un elevado número de inmigrantes venezolanos y mexicanos, la mayoría de clase media o alta, que ahora prefieren vivir aquí y no en Miami.
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Con el precio de la vivienda por las nubes, la abundancia de apartamentos de uso turístico y los trabajos precarios como norma general, los madrileños de siempre se han visto obligados a irse a la periferia o, de plano, a los suburbios. Entre reformas de alto impacto visual (como el madridista estadio Santiago Bernabéu, que ahora parece un platillo volador aterrizado en el Paseo de la Castellana, o los rascacielos erigidos para las empresas transnacionales), hospitales y centros de salud públicos en decadencia, calles con montones de basura, ladronzuelos, policías abusivos y cientos de repartidores en bicicleta, el desequilibrio funcional y la carestía son más agudos que nunca. Y sin embargo…
Sin embargo, Madrid sigue siendo la capital de sitios y rincones imprescindibles en la cultura del mundo hispano y, también, escenario y protagonista de historias pop, como las de Pedro Almodóvar. Este 2024 se cumple medio siglo desde que el director manchego iniciara su carrera cinematográfica en la ciudad y, para celebrarlo, el Centro Cultural Conde Duque alberga la exposición Madrid, chica Almodóvar, que reúne más de 200 fotografías panorámicas de los lugares donde ha filmado buena parte de las más de 20 películas que lleva hasta la fecha. Que la muestra se exhiba aquí es oportuno, pues en la fachada de este edificio tuvo lugar la escena de La ley del deseo en la que, una calurosa noche de verano, un barrendero riega con una manguera a Carmen Maura, la cual Susan Sontag llegó a comparar con la del vuelo de la falda de Marilyn Monroe en La comezón del séptimo año, “ambas imprescindibles en la cinematografía mundial”.
Si Nueva York es a Woody Allen y Roma es a Federico Fellini, Madrid es a Pedro Almodóvar. La ciudad es un personaje fundamental en sus historias. “En Madrid siempre he encontrado el paisaje perfecto con la fauna adecuada (insolente e ideal) para cada una de mis películas”, ha dicho en varias ocasiones el director. Lo más interesante es que pareciera que Almodóvar y Madrid fueron evolucionando al mismo ritmo: de provincianos a ciudades internacionales y modernas, sin despojarse de su origen rural. Así, el también guionista encontró en Madrid el escenario natural de todas sus paradojas, el lugar en el que el diseño más vanguardista convivía, sin complejos, con un ama de casa en chanclas y delantal.
Miren sus películas y reconozcan, por ejemplo, la Plaza de las Comendadoras en Madres paralelas donde, en la terraza del Café Moderno, Penélope Cruz tiene las conversaciones más trascendentales. O el mercado de El Rastro, lugar mítico de “La Movida” y fundamental en Laberinto de pasiones. La Plaza Mayor en La flor de mi secreto, la Torre Picasso y el Museo Chicote en Los abrazos rotos o las Torres Kio en Kika. El viaducto de Segovia, tan utilizado para suicidarse, en Los amantes pasajeros o la calle Fernando VI en Julieta. El anillo periférico en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? o el tétrico Instituto de Patrimonio Histórico en La piel que habito. El viejo cine Doré en La mala educación, la Plaza del Alamillo en Tacones lejanos o el Paseo del Pintor Rosales en Dolor y gloria.
Todos lo esperábamos, pero Pedro Almodóvar no vino a inaugurar la exposición. De todas formas celebramos su principal escenario aunque, paradójicamente, él se encuentre en otro (Nueva York), rodando su primera película en inglés. Ya volverá para seguir desarrollando su particular universo en esta ciudad, a pesar de que se esté convirtiendo en una cáscara vacía, desigual y más compleja que la que tiene en su imaginación.
AQ