La ficción de lo terrible

Los paisajes invisibles

Luego de un viaje a Italia, el actor y director danés Christian Tafdrup escribió el guión de ‘Speak No Evil’. Imaginó las probables consecuencias y dio rienda suelta a sus demonios.

Fotograma de 'Speak No Evil', de Christian Tafdrup. (Cortesía: Sundance Institute)
Iván Ríos Gascón
Ciudad de México /

Una gélida noche parisina, Julio Cortázar tomó el bus 92 que unía a la Porte Champerret con la Gare Montparnasse. Aterido, cansado, el argentino no advirtió en dónde subió aquel hombre al que, poco a poco, los viajeros comenzaron a rehuir, intentando no mirarlo, replegándose hasta plantar una distancia razonable con su infausto volumen, un hombre con abrigo y sombrero negros, el cuello subido tapando nariz y boca, el ala del panamá velando su mirada.

Cortázar no se dio cuenta en qué sitio el raro individuo abordó ese bus, pero sí recordaba perfectamente que luego de pasar el Pont de l’Alma, todo el pasaje, incluyendo al guarda que recibía los tickets, tenían cara de angustia. De pánico, para ser exactos, y como el escritor que era Cortázar no tenía de otra más que recogerse física y mentalmente fuera del peligro y el aire viciado por bufandas, chalecos y gabanes impregnados de transpiración y espanto, se puso a pensar en Thomas De Quincy.

El inglés alivió el terror del argentino, a través de ciertas ideas que anotó en Del asesinato considerado como una de las bellas artes, y más que eso: lo inspiró para su ensayo “Relaciones sospechosas”, una breve meditación sobre el Mal en estado puro y el vínculo especial que ocasionalmente se establece entre presa y cazador; la indiferencia ante los avisos de las corazonadas y la hipnosis que el verdugo impone en la víctima para suspender su instinto de defensa, la voluntad de escape, el impulso de lucha.

Aceptar lo fatal, resignarse a la inmolación. Eso es lo que experimentó Cortázar la noche del bus 92 pues, inclusive, el hombre del sobretodo y el sombrero negros bajó en la misma parada que él y otro par de viajeros. Los segundos caminaron juntos, cuidándose en silencio, hacia rue de Sèvres. El argentino dobló en rue Oudinot, solitaria generalmente a deshoras, y aunque sabía que el siniestro ser lo acechaba desde el otro lado de la avenida, no echó a correr. Caminó con parsimonia, resbalando aquí y allá en el asfalto congelado, consciente, o tal vez, fascinado, de que la muerte podía atajarlo por la espalda.

Luego de un viaje a la Toscana, el actor y director danés Christian Tafdrup escribió el guión de Speak No Evil, película que rodó en 2022. Resulta que en esas vacaciones, los Tafdrup congeniaron con un matrimonio holandés que, a pesar de la rusticidad de sus modales, hicieron la estancia en Italia más placentera.

Pasado un tiempo, recibieron la propuesta de esa familia para visitarlos en Holanda, cosa que, al principio, consideraron buena idea. Sin embargo, meditándolo con calma, Christian Tafdrup reconoció que no era apropiado hospedarse con alguien que no conocían en realidad. Declinó la invitación pero obsesionado con el oscuro naipe de probables consecuencias, dio rienda suelta a sus demonios. El resultado fue una historia espeluznante en que las víctimas suben al cadalso con la docilidad de la res al matadero, una ficción del Mal que transmite emociones parecidas al desasosiego que sintieron los pasajeros del bus 92: el asesino, por fiero o sanguinario que sea, necesita medir el carácter de su víctima. Someterlo progresivamente para saber hasta dónde le permitirá llegar. Desactivar sus mecanismos de defensa, resistencia, lucha, y en eso radica lo inaudito: Thomas De Quincey anotó en el segundo artículo del libro que consoló a Cortázar, “nadie está obligado a meterse los ojos, oídos e inteligencia al bolsillo de los pantalones cuando se encuentra con un asesinato”. Al releer la frase y reflexionar en las incontables fábulas de crímenes atroces, podríamos recomponerla y proponer que en una circunstancia escalofriante, la víctima posible se mete los ojos, oídos e inteligencia en el bolsillo cuando se encuentra con su asesino.

(Por cierto, Speak No Evil, de Christian Tafdrup, es incomparable al remake del mismo nombre dirigida por James Watkins y protagonizada por James McAvoy, con final simplón, descafeinado, esa perversa costumbre de la industria comercial para destruir la ficción de lo terrible).


AQ

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