Las claves de Reyes

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Javier Garciadiego se ocupa del regiomontano universal en una biografía rica en detalles y rigurosa en su interpretación, sin excluir los aspectos pintorescos, o hasta escabrosos, y el humor.

Alfonso Reyes, "un escritor con la mejor prosa de su tiempo que, sin embargo, carece de una obra definitiva". (Wikimedia Commons)
Armando González Torres
Ciudad de México /

Sobre los grandes escritores mexicanos abundan anécdotas y leyendas pero escasean biografías. En Sólo puede sernos ajeno lo que ignoramos. Ensayo biográfico sobre Alfonso Reyes, (El Colegio Nacional, 2022) el historiador Javier Garciadiego deshace varios mitos pertinaces en torno a Alfonso Reyes. Por un lado, la idea de que su vocación de escritor fue estimulada por su padre, el general Bernardo Reyes, quien habría sido un militar ilustrado y sensible a las letras. Por otro lado, el estereotipo de Alfonso Reyes como un becario diplomático que utilizó sus encargos para escribir y promoverse. Con variada documentación y conocimiento del contexto histórico, Garciadiego justiprecia la labor diplomática de Reyes y las delicadas coyunturas que su oficio y arduo trabajo le permitieron solucionar. Igualmente, desmiente la socorrida imagen del Reyes apolítico y muestra a un hombre discreto y equilibrado, pero comprometido con su tiempo y que no duda en defender, con valentía, sus posturas, aun en las circunstancias más adversas (por ejemplo, durante la Guerra Civil española, su marcado activismo a favor del bando republicano siendo embajador en la Argentina profranquista). Garciadiego se interna también en la aparentemente idílica vida doméstica de Reyes y revela las fracturas conyugales y familiares, así como los numerosos momentos de sufrimiento y desánimo.

La vida de Alfonso Reyes es paradigmática pues no sólo alude a la gesta de un individuo, sino que representa los dilemas de una generación marcada por los designios históricos. La biografía de Garciadiego reconstruye las principales etapas de la formación intelectual y moral de Reyes: sus años de juventud en los que goza de una ventajosa situación social y económica, pero en los que también debe defender su vocación ante la incomprensión de un clan enajenado por la política; la catástrofe familiar y política de 1913 y la partida a Europa en un modesto puesto en Francia representando al gobierno de Victoriano Huerta; el traslado a Madrid donde aprende heroicamente a sobrevivir de su pluma con el periodismo a destajo y forja, por necesidad, su estilo literario afable y sintético; su ingreso a la diplomacia y sus misiones en Argentina y Brasil; su regreso a México, su consagración cabal a la literatura, el asentamiento de su vasta obra y el pleno despliegue de su faceta de “civilizador” y animador de instituciones culturales, como El Colegio de México y El Colegio Nacional. Garciadiego apunta los dilemas entre vida activa y vida contemplativa o la paradoja de un escritor con la mejor prosa de su tiempo que, sin embargo, carece de una obra definitiva. La biografía es rica en detalles y rigurosa en su interpretación, pero no excluye los aspectos pintorescos, o hasta escabrosos, y el humor. Por lo demás, este relato vital se despliega en una prosa fluida, elegante y risueña y con una fina penetración humana, lo que hace que se lea con la emoción y fruición de una de esas añoradas novelas de formación.


AQ

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